MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

Crónicas… El efecto Inves


Podríamos empezar a llamarlo el efecto Inves. Sucedió hace años en la publicidad. Algunos se acuerdan de cuando la nuestra se paseaba orgullosa por los festivales en el mundo, competíamos por ser la primera potencia mundial con Estados Unidos, y a veces con Inglaterra o Japón. Hoy no estamos ni se nos espera. ¿Qué sucedió? Que perdimos el alma de la creatividad. Las agencias le vieron las orejas al lobo y se volcaron por dar servicios plenos, integrales, tresesenta, sin obviar ningún soporte ni ningún medio, y cayendo las más de las veces en el poder de la central de compras de su propio grupo. Dejaron de venderse anuncios, el anuncio era solo el engendro necesario para justificar todo lo otro.
Y llegó esto también al diseño. Los servicios globales y la nueva jerga (al principio fue el branding, hoy hay al menos siete xxxing que manejamos con soltura) dejó el diseño como engendro necesario. Los estudios se aferraron al modelo o se convirtieron en consultoras. Los clientes no pensaron que el hecho de que lo hiciéramos todo supondría que haríamos peor lo que sabíamos mejor hacer. Pero sucedió, porque cuando deja de valorarse el alma, al final todo es carne. Y en esas estamos. Empresas que contratan paquetes globales donde el diseño con alma no es necesario. Y nos dejamos. Y ellos se dejan… hasta que pasa un Inves. Hay cientos de Inves, y si lo pongo de ejemplo es porque es el último. Y si se quiere, un poco más sangrante. De sangrarme los ojos, digo.
Inves fue una marca emblemática hace treinta años. Y hace veinte. Después quedó como marca blanca de El Corte Inglés. Hoy muy pocos lamentarán su pérdida, porque esto no es la marca Inves. No aquella marca Inves. Descanse en paz.

Texto: Alvaro Sobrino

Publicado en Visual 185

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