MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

Diseño proyectable


Es muy posible que en unos pocos años se haya deteriorado tanto la presencia del diseño de nuestro país en el exterior que no sea recuperable la identidad que lo ha caracterizado siempre. Mucho sentido no tenía fragmentar su promoción en pequeños Centros de Promoción autonómicos. Puede valer para la economía doméstica, pero ni el diseño aragonés, ni el riojano, ni el andaluz ni el madrileño tienen ni tendrán nunca identidad y reconocimiento en el mundo.
Como no lo tiene el diseño normando, el galés, el de Arkansas, o el toscano. Se cometió ese error y desgraciadamente los esfuerzos hechos durante las últimas décadas se diluyen como un azucarillo una y otra vez al salir de nuestras fornteras.


En abril del pasado año, dentro del llamado proceso de “racionalización” –algunos eufemismos resultan especialmente dolorosos– el Ddi desaparece y con él el peso específico que institucionalmente tenía nuestro país en el ámbito del diseño. Órganos equivalentes en Europa y en el mundo andan ahora buscando un interlocutor español debajo de las piedras. Y no lo encuentran. De la labor de quien heredó el “bicho”, la empresa nacional ENISA, poco sabemos. Pero incluso aunque lo hiciera bien, barrenar la marca Ddi y los activos que acumulaba nos retrotrae quince años, el diseño está completamente desubicado, y hay que empezar otra vez desde cero.
Sólo el diseño catalán, hábilmente identificado con la “marca” Barcelona, puede salvarse de la masacre. Se lleva haciendo desde Cataluña una labor tenaz y continuada desde hace años, y con todas sus carencias y errores, se ha conseguido por un lado posicionar el diseño como activo inherente a la identidad de ciudad, y por extensión de país (de Cataluña, se entiende); por otro, se ha conseguido trasladar al ciudadano el interés por el diseño y su percepción como un factor positivo en su vida cotidiana.
En ese proceso, existen diferencias notorias con las experiencias similares que se han llevado a cabo tanto en otras autonomías como en la promoción del diseño a nivel de estado. En el plano institucional, se ha mantenido en Cataluña un equilibrio estudiado para que el diseño no se alejara de la cultura, entendida ésta como beneficio para el ciudadano. Y hablamos de equilibrio en la medida que tampoco se olvidó su carácter industrial y para la economía de las empresas. Como seña de identidad, el máximo galardón institucional al diseño lo otorga en Cataluña la Consellería de Cultura, mientras el equivalente nacional lo entrega el Ministerio de Innovación. Existen también otros premios autonómicos, pero todos ellos vinculados a consejerías de industria o economía.Ahora, en época de recortes –que en Cataluña están siendo más visibles, seguramente porque allí ya pasaron el trámite electoral– se está viendo como, en parte empujadas por la administración, distintas entidades trabajan para unificar esfuerzos y concentrar actividades: los premios de las distintas asociaciones del FAD (Fomento de las Artes y el Diseño) se concentran en el tiempo y bajo una marca paraguas, y a su vez se pretende su aproximación a la Barcelona Design Week que organiza desde hace unos años el BCD, todo ello bajo un denominativo común. Si a ello le añadimos como feliz coincidencia la celebración en la ciudad condal durante el mes de octubre del congreso internacional de la AGI y la relativamente próxima apertura del Museu del Disseny DHUB –ahí nadie se atreve aun a aventurar fechas–, en los próximos meses Barcelona va a ser la ciudad del diseño, de lo que debemos felicitarnos, y va a conseguir posicionarse, o habría que precisar, reafirmarse como referente. Todo ello con menos recursos, pero aunando esfuerzos.
Entre tanto, y por contraste, una vez más con la connivencia de quienes debieran defender y promocionar el diseño de aquí, se celebrará después de verano en Madrid una semana del diseño. Sí, antes fue la del diseño holandés, anteriormente la del finlandés, y ahora le toca al diseño francés. Cierto que el dinero lo pondrá la embajada, pero el esfuerzo y la visibilidad las pondrán los de siempre. A cambio de un plato de lentejas, o lo que es lo mismo, de hacerse la enésima foto con el político y/o el embajador de turno. Publicado en Visual 150

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