MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

Este trabajo me mata. ACME vs Lesley Gore


Cabe pensar que si alguien organiza un festival de rock, no va a llamar a Los Sabandeños. Que si vas a hacer un simposio sobre poesía, no llamas a Terelu Campos; y que si tienes que arreglar un grifo, no llamas al arquitecto que hizo la casa.
En éstas estaba el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Comercio, que tenía que renovar el logotipo de Alimentos de España, y necesitaba quien le resolviera el encargo con garantías de estar eligiendo al profesional correcto. Con buen criterio político-funcionarial googlearon ACME, que si tienen todo lo que el coyote necesita para pillar al correcaminos, como no va a tener un loguito apañao para ellos. Y allí estaba la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME) para recoger el testigo.
El caso es que no pudieron decir que no, o que tenían que ponerse ya con la próxima temporada otoño-invierno. Dieciséis diseñadores de moda –¡dieciséis!– dejaron el macramé que tenían entre manos para ponerse con el encargo ministerial.
De las dieciséis propuestas presentadas –todas de una altísima calidad, según Modesto Lomba, presidente de ACME– debieron extraviar quince, así que ganó la de David Delfín.
Como comentábamos, o apretaban con la colección otoño-invierno o no llegaban, por lo que David Delfín decidió no perder tiempo buscando en dafont y tirar con lo que tenía en casa: la misma tipografía, hecha por él, en la que está su logotipo. Además, todo en minúsculas, como en su logotipo. Sin espacios, como en su logotipo. Y eliminando esa fea aliteración de las es en “de España”, como en su logotipo. El conjunto lo cierra un hashtag con los colores de la bandera de España entrecruzados ¿como en su logotipo? No, hombre, no: como el cartel que hizo para las fiestas de Málaga.
Llega julio, y aprovechando que el Ministerio tiene que dar el premio a mejor aceite de oliva virgen extra, presentan la nueva marca. Y he aquí que los diseñadores gráficos nos ponemos a lo Lesley Gore: ésta es mi fiesta, y lloro si quiero. Ninguna asociación sabía del encargo, y nada ha trascendido en los medios sobre el costo o las condiciones en las que se contrató. Con el loguito presentado en sociedad, en acto oficial y con cierta trascendencia internacional, no queda más que lamernos las heridas y ver como el Ministerio, nuestro Johnny, nos la ha vuelto a pegar y le ha vuelto a pedir matrimonio a otra.
Han conseguido llevarlo a cabo sin los quebraderos de cabeza a los que les sometemos los diseñadores gráficos con nuestras pijadas, eso sí. Seguro que alguno de nosotros se habría empeñado en que la marca no se pareciera a otra ya existente en el mercado, privada e internacional, para evitar equívocos. Argumentaría que es como si alimentos de Estados Unidos usara la tipografía de la Coca Cola sólo porque tiene reconocimiento internacional.
Otro habría insistido en que era deseable que se pudiera traducir a otros idiomas. No sólo al catalán, el vasco o el gallego, que forman parte de la denominación de origen que se pretende defender y de las que no hay ni rastro en redes, sino incluso a aquellos donde exportamos y no tienen caracteres latinos. Tendríamos que poner a David Delfín a componer de su puño y letra caracteres cirílicos o griegos, así que mejor lo dejamos en alimentosdespaña allá donde vaya, y si los rusos quieren comer mandarinas valencianas, que aprendan español.
Aún algunos habrían pretendido, ya que va a recorrer el mundo sin traducir, que la palabra España estuviera bien diferenciada, al menos legible. Pero ¿es que no ven que hay una eñe? ¿De donde va a venir? ¿De Burundi?
Todo habría sido un compendio de problemas y de extensas explicaciones que no ha habido con ACME. Ni los participantes ni el jurado han tenido que enfrentarse a ese tipo de quebraderos, ni plantearse más problemas que imaginar a todo un planeta diciendo “¡Eh! ¡Esto lo ha hecho davidelfin!”.
Por eso Johnny se queda siempre con Judy, porque cuando nos ponemos a lo Lesley sólo complicamos las cosas con nuestros lloriqueos. ß

Plausive