MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

Este trabajo me mata.
La operación bikini de la Cultura


Henchido de gozo compruebo que a la Cultura se le ha puesto tipín. La pobre lleva a régimen desde que empezó la “ligera desaceleración”, y se nota que ya se ha quitado todas esas extravagancias que le hacían parecer más gorda.
Sus nutricionistas actuales son más severos, gente acostumbrada a medir el progreso en céntimos y a los que la Cultura les gusta extremadamente delgada, casi anoréxica. A la pobre le miran de lado, con cara reprobadora por los tiempos en los que comía más, asqueados por los escarceos que tuvo con lo Público y los atracones que se dio de subvenciones.
Publicado en Visual 168


Para que no vuelva a caer en la tentación, le han preparado un planning para la operación bikini al que, por innovar en el naming, han bautizado como Ley de Mecenazgo. En su nueva fase de dieta, Cultura tiene que acostarse con lo Privado y dejar los tocamientos con lo Público. Le han asegurado que así mantendrá el tipito y, sobre todo, que abandonará las locuras de juventud y será una Cultura más acorde con los tiempos de rescates bancarios y recortes en educación que le han tocado vivir.
Lo que nadie le había dicho es que lo Privado era un poco rarito en la cama, caprichoso y volátil. Le gustan las posturas extrañas y exhibir a Cultura semidesnuda ante sus amigotes en las redes sociales, para que todos vean que es suya y que hace con ella lo que quiere.
No todos los hijos e hijas de Cultura se han sentido defraudados con este nuevo panorama. El Museo Thyssen-Bornemisza, por ejemplo, siempre prefirió los blazer a las chaquetas de pana, y se ha puesto contentísima con las nuevas medidas que, lejos de hacerle adelgazar, igual le permiten hacerse algunos arreglitos estéticos similares a los que le permitieron llegar a la posición en la que se encuentra.
Ahora ha empezado a flirtear con una cerveza, la que va siempre de verde, y para que todos conozcan su amor han decidido crear un concurso de diseño, para que alguien de entre 18 y 30 años les haga la camiseta promocional del Museo de 2014, que venderán en la tienda oficial. El diseño ganador pasará a formar parte del merchandising con el que el año pasado ganaron unos 3 millones de euros. No hay prestación económica a la opción ganadora, a pesar de que la cerveza tiene pasta y de que el Museo factura, sin contar los regalos que le hace lo Público, algo más de 14 millones al año. En lugar del vil metal, Thyssen y la cerveza verde han decidido que el premio sean 10 camisetas, una tarjeta de “amigo del museo”, un ejemplar del catálogo y una beca de tres meses en el departamento de publicaciones.
Este último punto, que es el más atractivo, permitirá al ganador seguir trabajando para el Museo, pero dando las gracias porque se trata de un premio. Además, es perfectamente compatible con los trabajos de repartidor de pizzas nocturno o camarero para las cenas. Quizás un poco menos con la búsqueda activa de trabajo o con el trabajo que ya tengas, y en el que se empeñan en no darte tres meses de “asuntos propios”.
Para conseguir tan preciado premio, debes movilizar a toda tu agenda porque, independientemente de tu talento, solo podrás ganar si tu diseño ha sido de los más votados en determinadas redes sociales. Lo que, recapitulando, nos lleva a las siguientes conclusiones:
Optarán al premio los jóvenes sin trabajo y sin necesidad de uno próximamente. Aunque los que mejor servicio les darían serían los diseñadores e ilustradores –cuanto más bonita sea la camiseta, más venderán– es posible que pongan más ahínco los historiadores del Arte, que son a los que la beca podría resultarles más atractiva. De ellos, ganará el que más familia y amigos tenga en una red social que no es en la que están los papis y tíos. En la fecha en la que escribo esto hay 67 participaciones al concurso, lo que podría ser un indicativo del calado que ha tenido el llamamiento. Thyssen y su cerveza, en esos momentos de ensimismamiento enamorado, a lo mejor lo ven desde otra perspectiva más optimista. Felicidades por el éxito de crítica y público, tortolitos.
Pero de los hijos de Cultura, Thyssen no es la única que le ha dado por las camisetas. De siempre han sido un buen negocio porque el comprador te da 25 euros a cambio de irte haciendo publicidad gratuita. Si además lo haces con un concurso que especifique que te quedas con todos los diseños presentados, ¡que demonios! el negocio es redondo. En esas anda también el Festival de Teatro Clásico de Almagro, que tampoco ha tenido a bien destinar una partida económica al diseño de la camiseta. En su lugar regala el alojamiento de un fin de semana con entradas a dos espectáculos. Al menos no nos ponen a trabajar para ellos y, con lo difícil que se está poniendo hacerse una escapadita de fin de semana, igual sale a cuenta regalarle tus ideas a quien antes pagaba por tu trabajo.
Un poquito más y conseguiremos que nuestra Cultura sea la Kate Mosh de las culturas europeas. Anoréxica, excéntrica y acostumbrada a que le regalen todo. Texto: Nano Trias

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