MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

Este trabajo me mata


Esta profesión nunca deja de sorprenderme ¿En qué otra profesión las noticias te llevan a querer abofetear a tus ídolos, puedes tener de colega al presidente de tu comunidad autónoma o te conviertes, en un abrir y cerrar de ojos, en gurú de los negocios de internet? Publicado en Visual 172

Resulta que a finales de octubre David Carson desembarca en A Coruña para dar una conferencia y, aprovechando la tesitura, un diario gallego –que no mencionaré por si AEDE tiene desplegados inspectores analógicos en las imprentas– se lanza a entrevistarle. Y yo me lanzo a absorber cuanto haya dicho, por si así se me pega algo.
No han empezado aún las preguntas y ya empieza a entrarme un extraño cosquilleo en el brazo derecho.
En 1980 cambió la docencia por el diseño –explicaba la introducción– “Era algo divertido, creativo y con lo que podías ganarte la vida. Sigue siéndolo: no parece un trabajo, sino que estás viviendo de tu hobby”.
¿Acaba de decir que mi profesión es un hobby? ¿que no parece un trabajo?
“Venir de otra disciplina le dio una perspectiva única” decía el entrevistador. Carson contestaba: “El no haber tenido una formación específica significa que nunca aprendí las cosas que se supone que no podías hacer”.
Ahora el cosquilleo había alcanzado mis dedos, estirados y tensos como palos. ¿Acababa de decir que era tan bueno porque no sabía nada de diseño? Imaginaba la cara de los estudiantes que vayan a verle a sus conferencias, convencidos de estar en presencia de un Dios, oyendo de su boca que están haciendo el gilipollas, y que para triunfar en diseño editorial tendrían que haber estudiado fontanería.
Que lo dijera en un periódico, para que todo el mundo piense que el carnicero puede hacer tu trabajo mejor que tu, era justo lo que necesitábamos en esta profesión.
“Ahora muchos diseñadores se han vuelto perezosos y han dejado que los ordenadores tomen las decisiones por ellos”. El cosquilleo era ahora una quemazón en todo el brazo derecho. Ya no cabía duda de que lo que me pedía mi cuerpo era liberar la tensión en una guantá de manual: De las parabólicas, planas, con la mano muy abierta, que marcase en la cara del gran David Carson mi gran devoción por su trabajo. Después le pediría un autógrafo, porque no me cabe duda de que el tío es un genio.
Que este trabajo lo hace cualquiera es lo que debe pensar el Excelentísimo Presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, que desde 2013 es colega de los diseñadores madrileños con su propia sociedad dedicada al diseño gráfico. En realidad la empresa es de su esposa y de (¡OMG! ¡Otro ataque Moscardo Style!) la interiorista que les decoró el famoso ático de Estepona.
Parece ser que el presidente es un artista atrapado en un cuerpo de político conservador, y acostumbra a garabatear cuadernos y hojas con toda suerte de personajes y tipografías manuscritas. Su mujer ha decidido que tanto arte no podía quedar oculto, y ha creado la empresa con el fin de estampar los dibujos del presidente en camisetas y bolsos que ya están a la venta en exclusivos showrooms y en elitistas eventos deportivos.
Quizás a los ilustradores profesionales los dibujos que han transcendido os parezcan infantiloides, mal proporcionados o carentes de calidad, pero es porque estáis condicionados por lo que sabéis de perspectiva, proporción o técnica. En realidad Don Ignacio, al no tener ni idea, es el candidato perfecto a convertirse en el nuevo Carson de la ilustración. Así se forjan los genios en esta profesión.
Pronto la calle Serrano se llenará de camisetas ilustradas por el Presidente de la Comunidad. Quizás el bolso que lleva esa señora fue concebido durante un pleno que cerraba los servicios de un hospital público; o esa camiseta se gestó en el margen de la orden que recortaba los presupuestos públicos en educación; puede que aquel caballero luzca en su corbata el acuerdo de privatización de un servicio público… Sin duda deberían incluirlo en la etiqueta, para que la crème de la crème madrileña sepa qué recorte histórico está luciendo.
Pero no creáis que en esta profesión todo son sustos. De vez en cuando se abre paso una buena noticia que te hace sentir un poquito más optimista: Adtriboo presenta suspensión de pagos.
Por supuesto, no me alegro por trabajadores ni por proveedores, que cobrarán mal y tarde. Ni siquiera significa el fin de la empresa, pero sí que el concepto de negocio no es tan rentable como los gurusetes querían que creyésemos hace tan solo dos años.
Parte de la culpa ha sido nuestra; de los que hemos aprovechado las redes sociales, los foros y las revistas para despotricar contra el modelo de negocio que quería hipotecar nuestra profesión para hacerse ricos a nuestra costa. Sólo hay que buscar Adtriboo en Google y fijarse en la cuarta –o quinta– entrada. ¿Qué pasa cuando lee eso un posible cliente? ¿Y si indaga y ve lo que se cuenta en blogs, foros y redes? Posiblemente se le quiten las ganas de probar suerte. Ahora los gurúes de internet somos nosotros, así que no dejéis de opinar.

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