Toda leyenda tiene un inicio y la de esta joya del noveno arte titulada Friday Foster se remonta al 18 de enero de 1970, cuando empezó a publicarse en los mayores periódicos norteamericanos siguiendo el formato de tres viñetas diarias en blanco y negro (aunque los domingos acaparaba media página y lucía a todo color). Con la perspectiva que nos ofrece el paso del tiempo, es evidente que las aventuras de aquella modelo afroamericana convertida en fotógrafa de la alta sociedad no significaron ninguna revolución formal en la millonaria industria de las tiras sindicadas, pero el destino quiso que fuera la primera protagonista negra de la historia del cómic y eso ayudó a romper muchos tabús sociales que se arrastraban desde hacía décadas, a pesar de que algunos rotativos sureños decidieron no publicar sus hazañas porque allí aún imperaba la segregación racial. Publicado en Visual 172
Curiosamente, esos guiones con estética afro corrían a cargo de un escritor blanco de Nueva Jersey llamado Jim Lawrence y los personajes tenían el trazo inconfundible de Jordi Longarón, un artista barcelonés curtido en la época dorada de las agencias de ilustradores que se convirtió por azar en el primer dibujante español que debutó en el mercado americano. Aprovechando que ahora se celebra el cuarenta y cinco aniversario de Friday Foster, nos hemos encontrado con el maestro Longarón para recordar los orígenes de esta obra de culto que nunca se ha reeditado, descubrir los sacrificios personales que supuso dar vida a ese personaje durante varios años y conocer su opinión sobre la película homónima que protagonizó Pam Grier en pleno auge del cine blaxploitation. Un viaje trepidante y a ritmo de funk por unas viñetas que lo cambiaron todo sin apenas hacer ruido.
Le propongo que nos remontemos a los inicios de su carrera. ¿Recuerda cuándo empezó a dibujar cómics de manera profesional?
A mí me gustaba más la ilustración, y el cómic fue algo que vino de rebote. Trabajé para Selecciones Ilustradas a partir de 1956 y hacíamos historietas cortas para revistas inglesas como Valentine y Roxy, que estaban basadas en canciones populares de Elvis, Tommy Steele y otros artistas de la época. Ese mismo año colaboré con una editorial francesa, y resulta que empezó a llegar tanto trabajo de fuera que lo de España quedó en un segundo plano. Las historietas que hice de “Hazañas Bélicas” eran para los extras que salían cada dos o tres meses y fue también en 1956 cuando dibujé el icono del soldado para la portada de los álbumes recopilatorios. A pesar de ser autodidacta, entonces ya tenía cierta práctica y puedes ver mi evolución en el oficio.
¿Qué casualidades sucedieron para que en 1969 le llegara el proyecto de Friday Foster?
El guionista Jim Lawrence escribía varios cómics, había hecho unas tiras sindicadas de un personaje que se llamaba Captain Easy y también se encargaba de los guiones de las historietas de James Bond para el mercado inglés, que entonces dibujaba un artista llamado Yaroslav Horak. Fue gracias a estos trabajos que conoció a Barry Coker, el agente de la agencia Bardon Art en Londres, y le preguntó si tenían algún dibujante en España que pudiera hacer un personaje de esas características. Barry Coker habló con Jordi Macabich en Barcelona, él se puso en contacto conmigo y yo hice una primera muestra, aunque todavía no se llamaba Friday Foster. Se la mandaron al guionista, él la movió por los sindicatos de periódicos norteamericanos y el Chicago Tribune News fue el que mostró interés.
¿Le impresionó de algún modo aquel primer guión tan alejado de sus obras habituales?
Entonces ya se describía a la protagonista como una fotógrafa de moda negra y esa idea se mantuvo siempre. Sinceramente, cuando hice aquella muestra no pensé que el proyecto evolucionaría y lo afronté como una cosa de más a más. Sin embargo, el sindicato lo aceptó y me pidieron que viajara a Nueva York para firmar el contrato. Así que decidí atarme para unos cuantos años de trabajo y ver qué sucedía.
¿Podría contarnos alguna anécdota de ese viaje inesperado a Nueva York?
Había estado en Inglaterra, Bélgica y Francia, así que ya me había fogueado en varios viajes, pero cruzar el Atlántico era otra cosa. Fue una aventura porque entré en un mundo totalmente desconocido, aunque me resultaba familiar gracias al cine. Encontrarme en medio de los rascacielos fue bonito y, sobre todo, me gustó ver el funcionamiento de un gran periódico desde dentro, puesto que el sindicato tenía las oficinas en el mismo edificio del Daily News. Recuerdo que había toda clase de servicios, incluso su propio restaurante, y allí comí el mejor bistec de mi vida. Entonces también conocí al guionista.
¿Cómo fue su conexión con Jim Lawrence al coincidir en persona?
En el aeropuerto nos esperaban Jim Lawrence y Arthur Lao, el director del sindicato, que nos llevaron al hotel en su Mercedes. Fue al día siguiente que visitamos el periódico. Con el guionista nos hicimos amigos en seguida porque era una gran persona y me acompañó al Harlem para enseñármelo como documentación para el cómic. Cuando salimos del metro, nos dirigimos a un policía y él le preguntó si era peligroso andar por esas calles haciendo fotos. El agente nos recomendó que cogiéramos un taxi y que retratáramos el barrio desde la ventanilla para evitar problemas. Tuve la sensación de que era un lugar más pobre que el resto de la ciudad, pero que tenía mucha vida. Sin embargo, había gente negra que no ponía buena cara cuando te veía con la cámara.
¿Estaba familiarizado con la problemática racial que aún se vivía en los Estados Unidos en aquella época de cambio?
Yo compraba muchas revistas americanas para documentarme y en todas publicaban artículos sobre ese problema. Así que sabía bastante bien lo que sucedía. Ya fuera por las películas, por esos reportajes o por las fotografías de las revistas, nunca me consideré un extranjero mientras trabajaba en “Friday Foster”, incluso me daba la impresión de que formaba parte de ese mundo. Lo más curioso es que el sindicato ofreció el cómic a una serie de periódicos americanos, pero solamente se publicó en los del norte porque en el sur no lo aceptaron por culpa del tema racial. Algunos lo publicaron sin saber que la protagonista era negra y después lo abandonaron.
¿Qué recuerdos tiene del proceso de creación de ese personaje tan emblemático?
Hice varios bocetos y los pasé a tinta, pero mi intención era alejarme de la imagen clásica de los afroamericanos. A Friday le hice el pelo liso porque me inspiré en una modelo negra que había aparecido en un número de Playboy y lo llevaba así. Entonces pensé que no hacia falta que el estilo fuera demasiado afro o con la piel muy oscura, aunque se nota mucho que es negra. Si te fijas bien, con los hombres sucede lo mismo y reconoces que son negros gracias a la fisonomía. Al ser un comic en blanco y negro habría sido muy complicado hacer la piel oscura porque debería haber empleado muchas sombras y quería huir de eso.
¿Cómo evolucionó su manera de trabajar durante los cuatro años que se publicó el cómic?
Tenía un contacto tan directo con Lawrence, que él me mandaba los guiones por correo. Esto también nos causó problemas por culpa de retrasos y, en determinados momentos, necesité la ayuda de otro dibujante que se llama Alfons Font. No recuerdo si yo hacía el lápiz y él lo pasaba a tinta o al revés, pero no había otra opción porque entonces la cosa se retrasaba. Cuando empezamos, yo tenía que avanzar unos tres meses de viñetas, aunque si te demorabas por cualquier imprevisto, en seguida todo iba mal. Recuerdo que el guionista me llamaba a menudo para indicarme cosas o decirme si me había mandado documentación especial para algún tema.
Por curiosidad, ¿tuvo que esquivar la censura que todavía imperaba en América?
Nunca rechazaron nada, aunque sí que me censuraron un fragmento de una viñeta. Fue en la primera historia, donde el protagonista masculino, que es blanco, va a Harlem para hacer un reportaje de fotos, se encuentra con una banda de negros y uno lo amenaza con un cuchillo. Eso aparecía en el guión y yo lo hice como me pedían, pero resulta que el sindicato suprimió el arma y no se entiende demasiado bien qué sucede porqué ves a un chaval con la mano vacía.
¿Estaba al corriente de la opinión de los lectores norteamericanos?
El público americano es distinto del español y acostumbra a escribir al periódico para decir si le ha gustado o no el cómic. Recuerdo una historieta en la que aparecía el Metropolitan Museum of Art y yo dibujé la fachada y algunas imágenes del interior… Pues resulta que el director del museo se tomó la molestia de mandarnos una carta de agradecimiento. Y Tom Jones pidió un original porque en el segundo episodio aparecía un cantante galés y eso le hizo mucha gracia. El sindicato se lo mandó y él tiene un original mío.
¿Había continuidad con las historias y los temas que trataban en el cómic?
Los episodios duraban un par de meses, aunque los protagonistas siempre eran los mismos: Friday Foster y el fotógrafo blanco para el que trabajaba, además de su hermano negro que aparecía de vez en cuando. Había historias de detectives, otras románticas, e incluso había una en la que viajaban a Granada y aparecían bailarinas de flamenco. Los guiones estaban bien escritos porque Lawrence era un gran profesional y también hizo novelas. Por cierto, te contaré una anécdota suya: al conocernos me explicó que cuando tenía 18 años vino a España para luchar contra Franco en la Guerra Civil.
Así que Jim Lawrence vino a España como brigadista internacional…
Entró por Francia y me contó que llegó hasta Figueras, aunque ya debía ser la última etapa de la guerra y seguramente le dijeron que lo mejor sería que se marchara de allí porque no había nada que hacer y podían matarlo. Él hizo caso, pero había venido dispuesto a luchar por la República. Eso me impresionó y me demostró la generosidad de los americanos. Ahora su imagen ha decaído mucho, en parte por culpa de los políticos, sin embargo, la gente de la calle es distinta y tienen ese sentido de la generosidad que tanto nos cuesta entender desde aquí. Con Lawrence mantuve el contacto durante mucho tiempo después de terminar Friday Foster, nos felicitábamos por navidad, nos escribíamos cartas e incluso le hice unas portadas para unas novelas que había escrito protagonizadas por una detective negra inspirada en Friday.
Tengo entendido que también compaginó el trabajo de “Friday Foster” con una serie de portadas de novelas para el mercado francés…
Tienes razón, compaginaba el cómic con media docena de portadas al mes y eso era una barbaridad. Piensa que estuve cuatro años sin tener vacaciones y prácticamente tampoco tenía domingos porque trabajaba mucho. Fue una época muy dura y, a principios de 1974, ya estaba harto de Friday Foster. Además, yo soy muy inquieto y me gusta probar cosas nuevas. Para hacer un proyecto como ese debes tener una mentalidad muy especial y aceptar pasarte varios años haciendo lo mismo. Y resulta que tampoco se vendió tanto como esperábamos, así que dejó de interesarme.
El 1975 estrenaron la película Friday Foster protagonizada por Pam Grier. ¿Tuvo la oportunidad de ver en el cine esa versión blaxploitation de su personaje?
Las últimas historias de Friday Foster las hizo un dibujante americano que no recuerdo cómo se llamaba, aunque solamente duró unos meses y decidieron terminar la tira porque seguramente había perdido audiencia. La película no tenía nada que ver con el cómic, pero esto sucede siempre con las adaptaciones. Pam Grier me gustó mucho y sale preciosa, sin embargo, el protagonista masculino lo hicieron demasiado tonto, cuando en las viñetas no lo era tanto. Éstas son las licencias que se toman en el cine y no hay demasiadas cosas que decir al respecto.
A pesar de todo, usted siguió unos años más haciendo cómics para una editorial francesa…
Dibujé uno para la revista Pilot, que estaba escrito por Truchard y protagonizado por un policía negro. Habían visto Friday Foster y les había hecho gracia ese estilo, incluso hice la portada de aquel número. Después dibujé unos guiones de Víctor Mora y en la década de los 80 ilustré unas 200 portadas de género fantástico e histórico para la editorial Mondadori en Italia. Entonces Norma Editorial estaba interesada en recopilar Friday Foster y se informaron a través del sindicato americano, pero no pudieron porque no guardaban los originales y les faltaba mucho material. Puede que no se preocuparan lo suficiente y pensaran que era una historia que quedaría en el olvido. Texto: David Moreu / Imágenes cedidas por: Museum Of UnCut Funk