MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

La recuperación del libro ilustrado


Antes de que se me echen encima mis amigos, no me refiero a la consideración que merece el ilustrador. Esa, desafortunadamente, no ha ido pareja, al contrario. Pero es un hecho que el libro ilustrado experimenta una tendencia al alza. Cuando apareció el libro electrónico los editores, mal aconsejados por los supuestos expertos, iniciaron una travesía del desierto para adaptarse a la nueva coyuntura. Mucho se habló de enriquecer los contenidos, de aprovechar los nuevos formatos para ofrecer un producto distinto. Ha pasado una década y media y el papel no ha muerto, aunque en algunos formatos –la prensa diaria y las revistas, por ejemplo– han perdido no solo un espacio en el mercado, también han dejado en el camino protagonismo y presencia. En realidad, los medios de comunicación son un caso aparte, en la web todos han procurado arañar del de al lado, y hoy leemos las noticias en las webs de las emisoras de radio y televisión, vemos los videos en las de los periódicos…
Pero ciñámonos al libro. Sigue siendo el papel el formato más demandado, su caída en ventas no ha sido tanta como por ejemplo la que ha sucedido en el mercado de la música. Incluso el e-libro, no es sino un formato más del mismo producto, con un precio similar.
Y dentro de los libros, el ilustrado es el que menos sufre. Frente a aquellos visionarios que auguraban grandes catástrofes y prometían espléndidas oportunidades a quienes les escucharan, otros se dieron cuenta de que el valor del objeto libro iba a ser un factor determinante. Y así está siendo. El libro ilustrado ocupa un espacio importante en las librerías, es percibido como un atractivo cultural. Además del cómic y el infantil, hay cada vez más narrativa y poesía ilustrada. Cientos de ediciones de autores no contemporáneos son realizadas con una calidad excelente, y muchas veces el ilustrador, más allá de acompañar al texto, ofrece una visión propia y a veces contrapuesta al texto. Editoriales que siempre despreciaron los libros con cromos hoy tienen sus colecciones ilustradas.
El libro ilustrado no funcionó en los nuevos formatos; y no será porque no se intentó. Pero en el terreno de la pantalla tenía ya competidores afianzados, y apenas ha encontrado un hueco residual en los cómics de culto y poco más.
Algo similar sucede con las revistas. Y con esta especialmente, por la parte que nos toca. Cuando decidimos que los nuevos soportes no iban a condicionar nuestro contenido, sabíamos que podía suponer un problema. Y ha sucedido al contrario. La revista es hoy mucho menos condescendiente. Hemos ido alejándonos de la realidad diaria del diseño, para reconfortarnos en la esencia. Hoy sí podemos decir quienes la hacemos que es la revista que nos gusta leer, y seguirá así mientras le siga gustando a otros. Cuando renunciamos a generar contenidos para internet –nuestra web es en realidad un repositorio en diferido de lo que el papel produce–, sabíamos que ese espacio sería ocupado, y podemos decir que ha sido bien ocupado, por productos ágiles y rigurosos.
No era tan difícil. Ni tan rápido. Ni tan arriesgado. A la vuelta de los años, sabemos que elegimos la opción correcta. Publicado en visual 194

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