MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

Los chupatintas de lo original


Nunca he entendido tantos esfuerzos de los ministerios del interior e industria en la lucha contra la piratería de marcas. A ver, que está bien todo lo que sea luchar contra el delito, pero la alarma de mi casa me la pago yo, y el segurata del bar donde tomo copas, también (me lo cobran en el precio de las copas). No entiendo por qué tantos recursos públicos (también los pago yo) para defender los intereses de unos señores que viven mucho mejor que yo, y que bien podían pagarse ellos la seguridad de sus negocios. Publicado en Visual 176
Pero bueno, hasta aquí, vale. La cosa empieza a molestar cuando uno se da cuenta de que esa defensa de lo “original” tiene sus territorios, unos con más luces y otros con más sombras. En esa misma línea podrían entrarle a gente como Culito from Spain, un listo que hace ropa en Canarias estampando con las ilustraciones que pilla por ahí (también lo hace Inditex, y muchos otros a los que los ministerios sí dan cobijo en lo otro). Los ilustradores ven como una y otra vez se les ríen en la cara las grandes marcas, y las medianas y las pequeñas. Pero ahí no parece que vayan a entrar ni la Policía Nacional ni la Oficina Española de Patentes y Marcas.
Me suele molestar la moralina y el argumentario peregrino que la OEPM usa en sus campañas: Por ejemplo: “tras las falsificaciones se ocultan mafias y organizaciones criminales que extienden sus actividades a otros crímenes como la trata de personas, las drogas, el tráfico de armas e, incluso, el terrorismo internacional. Las falsificaciones son parte de la forma de financiación de estas organizaciones para poder llevar a cabo estas actividades paralelas”. Que no digo yo que en ocasiones no sea cierto, pero lo mismo puede decirse del mercado del arte o los coches de lujo. Y a nadie se le ocurre ir contra los coches de lujo, mientras sean originales.
Yo no estoy a favor de las falsificaciones. Y al mismo tiempo, me preocupa bastante poco el dinero que los señores de Nike, Casio o Prada dejen de ganar por las falsificaciones. Y creo que tienen recursos para defender sus intereses sin que el Estado que recorta en sanidad y educación tenga que invertir nada más que lo imprescindible en defender sus intereses. Si así fuera, no necesitarían inventarse argumentaciones que están cogidas con pinzas. Además, y esto ya es apreciación mía, me gusta que los niños de todo el mundo puedan soñar con tener, y llegar a tener, una camiseta de su equipo de fútbol favorito, Aunque para ello el señor Adidas tenga que ganar un poco menos, y el mafioso y el mantero ganen un poco más.
Esta vez, en su espiral desquiciada, los chupatintas de lo original han rebasado los límites de lo imaginable. Me refiero al anuncio que acompaña a estas líneas. El argumento es inverosímil. Reza así: “Parado: Si compras falsificaciones destruyes puestos de trabajo y reduces la innovación”. Da miedo imaginar de qué brief, de qué tormentas de ideas puede salir un engendro así.
La parte más dolorosa cuando lo pasas económicamente mal tiene que ver con los hijos. Por no poder darles aquello que desean, o incluso que necesitan. Tiene que ver con la autoestima de los chavales y con la de los padres. Estos mayordomos de lo multinacional han ido esta vez demasiado lejos, podían haber criminalizado a los que hacen deporte, a los adolescentes fashionvictims… No. Han ido a por los parados. Cargándoles la responsabilidad de su situación porque tiran de mercadillo –pregunten a un experto en violencia machista y les contará que la metodología de la culpabilización no es nueva–. Que alguien les pare los pies. Que alguien los ponga a todos a pegar sellos o a hacer fotocopias.
Yo mientras, seguiré aplaudiendo a esos padres que con esfuerzo sacan para comprarles a sus hijos un chandal nuevo de marca… en el mercadillo.  Texto: Alvaro Sobrino

Plausive