MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

Mil coeditores y un romancero


Hace unos meses se habló de ello en esta revista. Que cientos de personas se pongan de acuerdo para coeditar un libro es asombroso. Si además son creadores gráficos (fotógrafos, ilustradores, diseñadores, collagistas…) sorprende mucho. Pero es una realidad. Poco a poco, en un grupo “secreto” de facebook la idea fue tomando forma. Se decidieron a golpe de comentario los asuntos relevantes, se debatió y discrepó, se llegó a consensos… esta es una nueva forma de hacer. Sin establecer comparaciones ni equivalencias, recuerda un poco a los llamados movimiento de liberación gráfica que surgieron en Barcelona y Madrid para apoyar los cambios en sendos ayuntamientos. Veamos la parte medio llena de la botella. Más allá de las asociaciones –que cumplen su papel imprescindible– existe otras maneras de ponernos de acuerdo y hacer cosas. Solo es necesario que exista un buen motivo.
El Romancero Gitano Ilustrado es ya una realidad, y como ha sobrado dinero, se está discutiendo –debatiendo– cual va a ser el próximo libro. Hoy han sido doscientos sesenta autores coeditores, el próximo serán más. Porque existe una voluntad de continuidad.
Con motivo del día del libro, el ayuntamiento preguntó a los madrileños cuáles serían sus cien libros imprescindibles para estar en las bibliotecas. Una buena noticia hubiera sido que el Romancero Gitano Ilustrado de Mil Coeditores estuviera entre esos cien. Pero es que ha sido el primero de los cien, el más votado.
De todo esto, conviene analizar algunos aspectos. El primero tiene que ver con el trabajo no remunerado: aquí no solo ha habido que realizar una ilustración, también poner una cantidad simbólica de dinero: veinte euros. A cambio, como se trata de coedición los resultados son de todos, y toca a todos decidir qué hacer con el dinero: había una inversión y un riesgo, y ahora hay un beneficio. Nada que ver con otros modelos de trabajo especulativo, precario o jordicrucista.
También es importante analizar la incursión en un sector ajeno, con un modelo diferente. Ilustradores y diseñadores convertidos en neófitos editores, se miden las fuerzas en la mencionada campaña del ayuntamiento con grandes editoriales y presupuestos, autores de grandes éxitos, y resulta que son los primeros en la valoración ciudadana. Con el consiguiente mosqueo de algunos en el sector editorial (y parte de razón llevan: lo de votar por internet y tomar con el resultado decisiones políticas o del tipo que sean hay que repensarlo de una vez por todas).
Otro aspecto sin resolver en este tipo de convocatorias es la calidad exigida, aunque en este caso es muy alta, y los procesos de selección. Ni todos los trabajos son iguales, ni todos los profesionales lo son tampoco. Yendo un poco más lejos, tampoco todas las opiniones y criterios pueden ser considerados iguales. La horizontalidad en las decisiones tiene ventajas, pero también riesgos enormes. Está bien considerarla una opción y utilizarla, pero no demos por bueno que es la panacea. Fragmentar el poder de decidir no hace que sea mejor la decisión. Solo garantiza que será más dificil cuestionarla. Y esa fragmentación a veces da validez a decisiones erróneas. No hay más que mirar lo que pasa en el mundo cada vez que en algún lugar se celebran elecciones, las que sean. Y cada uno puede mirar a donde quiera (¿USA?, ¿Francia?, ¿España?) para corroborar esta hipótesis.
En conclusión, son momentos para lanzarse a probar nuevos modos de creación y de cocreación, modelos distintos de afrontar la viabilidad de las cosas. Sin miedo. Al fin y al cabo, lo peor que puede pasar es que fracasemos.

Publicado en Visual 186

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