MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

Setanta “Menos es más” puede ser divertido


FP-07Hace poco más de cinco años que Eric Coll y Sergio Ibañez decidieron unir sus intereses y expectativas bajo un paraguas común en forma de estudio que llamaron Setanta. Desde entonces, clientes como Blackie Books, Arco, la revista Candy o la sala Razzmatazz han pasado por sus manos con resultados espectaculares.
Publicado en Visual 163


2007 pasará a la historia por alojar en su cronología el comienzo de la crisis en la que vivimos. Bien es cierto que esa certeza no la tuvimos en aquel tiempo y cada dato económico, peor que el anterior, ha situado el terremoto económico que comenzó en aquel año en la magnitud que todos conocemos. Con toda probabilidad, en la primavera del aquel año, hace ya un lustro, a Eric Coll y Sergio Ibañez no les pareció tan temerario dar comienzo a una trayectoria común bajo el nombre de Setanta. Eric sitúa el arranque: “Los dos habíamos montado estudio propio y, como suele pasar en estos casos, dada nuestra amistad y complicidad en cuanto al diseño gráfico, llegamos a la conclusión de que era el momento para aunar fuerzas e iniciar una nueva aventura”. Sobre la elección del nombre para el proyecto afirma que: “Encontrar un naming a veces se rige por razones muy simples u obvias. Al margen de que los dos nacimos en la década de los 70, casualmente cuando nos asociamos los dos teníamos 35 años, que multiplicado por dos: Setanta, así de simple. ¡Ahora nos tendríamos que cambiar el nombre a Vuitanta! Nos gustaba también la sonoridad de la palabra…”.
Desde entonces habitan cuarenta luminosos metros cuadrados “presididos por una librería desbordada de libros y catálogos” en un edificio post-industrial del barrio de Gracia, compartiendo espacios comunes con estudios de diseño gráfico, agencias de comunicación, empresas de desarrollo web e incluso algún showroom. Spotify pone la banda sonora –“Desde Azure Blue, Lake Heartbeat o Chromatics a gustos compartidos como Yo la tengo, Pet Shop Boys o David Bowie”–; Hoefler & Frere-Jones, Balius o Garamond, los tipos; y Milton Glaser, Quentin Fiore, David Pearson o Saville, la inspiración. Pero para conocer al estudio barcelonés, nada mejor como comenzar por echar un vistazo a su trayectoria personal, previa a su fundación.
Eric Coll cursó estudios de diseño gráfico en la escuela Bau de Barcelona e inició su trayectoria profesional “En el sector editorial, trabajando para la revista AB que diseñaba Sergio, ocupándome de un hermanito pequeño que se llamó Micro. De ahí pasé a trabajar para el grupo Hachette Filipatchi, diseñando para revistas como Queleer o Fotogramas. Posteriormente, antes de montar mi estudio en 2006, pasé a formar parte del equipo de diseño de Outumuro Estudio, desarrollando labores de diseño y dirección de arte para marcas del sector de la moda: Puig, Amaya Arzuaga, Rosa Clarà, Vasari o Puig Doria”. Sergio, por su parte, estudió en la Escola Massana pero no terminó de encajar bien en su plan de estudios. “Comencé a disfrutar con la docencia del diseño y a plantearme un futuro en esta profesión gracias a un cambio a la escuela Bau. Para ello fue vital la influencia de los profesores Xavi Capmany y Jaume Pujagut. El proyecto de fin de curso era el rediseño de la revista gratuita AB (aBarna por aquella época). El proyecto resultó realidad y comencé a trabajar en ella. Al mismo tiempo diseñaba flyers sin parar fruto de lo cual sigue mi colaboración periódica con la sala Razzmatazz. Luego pasé un año en Cases i Associats y de ahí a ejercer como director de arte en la revista Marie Claire”.
La etapa de Sergio en la cabecera de Bertelsmann supone un ejemplo de magnífico diseño de revistas, además de un gran aprendizaje para el catalán. “Fui a Madrid con la idea de pasar tres años y, sin enterarme, fueron casi siete. Al final pensé que era el momento de volver a trabajar en proyectos más personales. Iniciar un estudio siempre lleva unos años de arranque, y a la vuelta de la treintena empecé a darle vueltas a la idea. El trabajo en una redacción al final es muy cíclico, con el tiempo se van repitiendo formas de trabajar, contenidos… Todo lo que se puede hacer, ya lo hice. Igualmente, aprendí con muchísimo trabajando en un grupo editorial de masas y en una redacción. Digamos que ya conocía la forma de hacer revistas de un modo independiente y trabajar en Marie Claire fue algo muy distinto (estar pendiente de la difusión, del departamento de ventas/publicidad, anunciantes, producción, etc…). La suma de ambas experiencias creo que es clave hoy en día a la hora de plantear los nuevos proyectos del estudio”.

Amor por lo editorial

Donde el estudio aporta un trabajo que supera la media de forma holgada es en el campo editorial. Eric encuentra las razones de este amor por las páginas impresas: “Desde muy jovencitos los dos hemos sido consumidores de revistas. A mediados de los noventa, cuando estábamos estudiando, había una especial ebullición en cuanto a revistas que nos parecían fascinantes: The Face, I-D, Ray Gun y Blah Blah (con el delirio grunge de David Carson…), Emigre… Desde que acabamos nuestros respectivos estudios de diseño gráfico, los dos empezamos a trabajar en el mundo editorial”. Sergio apuntilla: “Ambos teníamos experiencia en ese ámbito, sobre todo en prensa. Nos planteamos qué nos gustaría hacer y la respuesta fue clara y coincidente: libros. Fuimos enfocando nuestra actividad hacia este campo, sin dejar de trabajar en otro sectores como la imagen corporativa, webs, etcétera. Aún con el debate sobre papel/digital sobre la mesa, si el libro está en la UCI, lo cuidaremos al máximo hasta el final. Pero estamos convencidos de que de un modo u otro sobrevivirá, y ahí queremos estar nosotros”.
De entre su porfolio en este terreno, destaca su cuidado trabajo para Blackie Books. La editorial, fundada por Jan Martí –teclista de la banda indie Mendetz en sus ratos libres–, es uno de los sellos independientes más cuidados momento. Sergio sitúa el comienzo de la colaboración: “Conocimos a su editor diseñando portadas para su grupo de música, supongo que por aquella época ya tenía en mente poner en funcionamiento la editorial. Contó con nosotros para su arranque, que no fue un proceso rápido. Tardamos en estudiar todas las posibilidades en cuanto a formato, materiales, posicionamiento… Pero la respuesta ha sido positiva, es lo más gratificante”.
Una parte importante del éxito del sello reside en la mimada forma en la que se ha presentado el producto en las librerías. La ilustración es protagonista absoluta de las cubiertas, recurriendo frecuentemente a estilos muy pop, alejados del intelectualismo sesudo que tanto vemos en este ámbito; casi todo el catálogo utiliza tapa dura; hay una renuncia expresa al plastificado; los papeles son muy cuidados, y las fajas pasan de meros elementos promocionales a parte importante en la presentación de las obras, entre otras características diferenciales… Todos estos factores demuestran que, además de la parte puramente gráfica, la toma de decisiones sobre la producción forma parte del proceso de diseño, siendo un factor esencial para el resultado final. Eric nos confirma esta apreciación. “Una de las razones por la cual estamos muy contentos de ver que Blackie Books está funcionando tan bien, es que el trabajo en equipo ha sido la norma desde el principio. Decisiones como hacer tapa dura o papel sin plastificar para una editorial, que además nace en ese momento, no son nada sencillas. Creíamos que eran decisiones acertadas (a la par que arriesgadas) y que el consumidor sabría darle el valor oportuno. Y así ha sido, uno de los sellos de identidad de Blackie Books, y que creemos que ayudan a diferenciarlo de otras editoriales, es precisamente la calidez que propone el objeto como tal. Por otra parte, las fajas son elementos para destacar cierta información a la hora de seducir al consumidor, es por ese motivo que creíamos que se podía salir de la faja estándar y proponer soluciones más divertidas, ya sea por el formato, el contenido, materiales, etc…
Este mimo a la materia, es decir, a la producción de las piezas en cuanto a tipos de papel, formatos, etc., que realizamos en Setanta, es un valor añadido. No nos gusta limitarnos a darle la identidad a un producto solamente a un nivel gráfico: la dirección de arte y la producción son básicos para que las connotaciones que despierta un producto sean las adecuadas. Nuestra implicación toma sentido si todas las facetas están pensadas y trabajadas por igual”.
La revista Candy, promovida por el inquieto Luis Venegas y con gran relevancia internacional gracias, entre otras cosas, a su nómina de colaboradores –Terry Richardson, Bruce Weber o James Franco han pasado por sus páginas–, es otro de sus proyectos estrella en el campo editorial. Sergio apunta el origen de la colaboración: “Su editor, Luis Venegas, nos contactó para este nuevo proyecto. Antes ya venía haciendo un trabajo excelente con Folchstudio con revistas como Fanzine137 y EY! Desde entonces venimos colaborado de forma habitual, tanto en sus proyectos editoriales como en algún proyecto externo (Loewe, Puig, GQ, Style UK…). Luis es una persona que tiene muy claro lo que quiere en sus proyectos, tienen una gran cultura editorial y visual. Trabajar con un cliente que posee esta seguridad, hace que el reto de captar bien lo que se te está pidiendo sea una de las claves de proceso… El resultado habla por sí solo”.

Cada proyecto, una voz

Eliminar lo superfluo y actuar sobre lo esencial pero sin renunciar a aportar una visión contemporánea a la gráfica, incluso un cierto toque de humor, parece ser la premisa del estudio –un “menos es más” divertido–. Aunque resulta difícil de etiquetar su trabajo, viendo su porfolio es fácil conectar un proyecto con otro, prueba irrefutable de la existencia de un sello personal. “Nos gusta pensar que no estamos encorsetados en una estética determinada, ni en una sola manera de plantearse cada nuevo trabajo.
Cada proyecto requiere de un discurso singular. Replanteárselo todo a cada nuevo reto y perfil es lo que nos seduce de nuestra profesión. Partir de cero, o casi, hace de nuestra labor algo dinámico. No tener un estilo propio aparente y que la gente no pueda decir que este o aquel trabajo tiene un estilo muy Setanta nos gusta. Ser un poco inclasificables… Es cierto que una de las máximas de nuestra manera de entender el diseño es que, ante todo, el mensaje debe ser claro y directo; por tanto, sí, compramos lo de “un menos es más divertido.
Supongo que la parte divertida viene dada por nuestras influencias en los inicios, donde cierto tratamiento del color se ve reflejado en nuestro trabajo”. Sergio, abunda en la línea de lo expuesto por Eric, “Esta manera de trabajar rápida, heredada de ciertos soportes en nuestros inicios, hace que, en primera instancia, seamos más reflexivos. Nunca comenzamos a diseñar sin más, a ver lo que sale. Y, por otro lado, cuando nos ponemos a ello, somos más productivos y eficaces. Sí es cierto que, al final, hay ciertos proyectos en los que parece que la resolución gráfica puede surgir de un modo más casual. Personalmente es cuando más disfruto. Aplicar todo el bagaje (de lo indie a lo maisntream) para regresar un poco al principio, pero con una gran base estructural fruto de todos estos años de profesión. Nada es tan aleatorio como pueda parecer”.

Texto: Jose Luis Lizano

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