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Bomboland: la tierra donde el papel adquiere las más curiosas formas


IMG_BOMBOLAND_15El estudio italiano Bomboland cultiva con acierto y notable éxito la ilustración en papel. De sus semilleros surgen desde anuncios, cuentos infantiles, portadas de revistas internacionales, hasta tipografías en papel. Un luminoso, colorido y optimista mundo creativo que invita a quedarse a vivir en él.

Cerca de la provincia italiana de Lucca se encuentra Bomboland. Un territorio a medio camino entre la imaginación y la realidad, en el que el suelo es especialmente fértil en todo lo que se refiere a la creatividad. Publicado en Visual 179


Sus edificios son de papel, sus calles son de cartón, sus plantas de papel maché y sus árboles en lugar de emplearse para fabricar pasta de celulosa, están hechos de ese mismo material.
Bomboland es un lugar en el que las cosas se hacen bien. Pero no una vez o por casualidad. Se hacen bien siempre y a conciencia. Primero porque a sus habitantes no les gustan las cosas mal hechas y, segundo, porque piensan que ni las crisis ni las coyunturas económicas o sociales son excusas para nada y menos aún para hacer un mal trabajo.
Además, la gente de Bomboland acostumbra a ser amable, cumplidora y puntual con sus clientes y amigos. Sencillamente por respeto a ellos y porque les gusta vivir de hacer dibujos e ilustraciones. Ese tipo de detalles son imprescindibles para conseguirlo.
Entre sus habitantes, los más importantes son Maurizio, Eliza y Missy. Maurizio se encarga de dibujar las piezas que posteriormente corta, ensambla y encola Eliza. Missy mira y hace compañía desde el sofá del estudio que, en algunos lugares puede parecer una labor intrascendente, pero que en Bomboland se valora mucho.
Comenzamos en esto allá por 2008 o 2009. Fue por casualidad, tan solo porque caímos en la cuenta de que el papel era el material que cualquier ilustrador tiene en mayor abundancia en su estudio. Además, es un material muy fácil de trabajar, fácil de obtener, y muy versátil.
A la hora de ponerse en marcha en esta nueva empresa, los responsables de Bomboland se inspiraron en ciertos nombres que han marcado la senda de la ilustración con papel en los últimos años. Gente como Jeff Nishinaka, Elsa Mora, Yulia Brodskaya, Julien Vallée, Jean Juliena, Zim&Zou… Ninguno de ellos está mitificado, ninguno alcanza la categoría de “héroe” porque, aclaran, “no tenemos héroes. Pero sí es gente a la que seguimos”.
No resultaría extraño que algunos de esos profesionales mencionados más arriba fuera a su vez seguidor de estos italianos que, en menos de una década, se han convertido en todo un referente en lo que a ilustración en papel se refiere y que, en contra de lo que muchos podían haber pensado, no tiene tantas similitudes como pudiera parecer con la ilustración tradicional.
Claro que hay diferencias ente la ilustración con tinta o lápices y la ilustración con papel, sí. Cuando dibujas en un papel tu mente tiene que pensar en el aspecto final que va a tener el trabajo. Sin embargo, cuando bocetas una idea para hacer una ilustración en papel, tienes que ser consciente de que eso debe ser posteriormente construido y en último término tiene que funcionar como un objeto. Por eso, en nuestra opinión, la ilustración en papel es una cosa que está a medio camino entre la ilustración tradicional y el diseño industrial.
Entre sus clientes, se encuentran periódicos, revistas tan importantes como el Washington Post o L’Expresso, agencias de publicidad y editoriales especializadas en libros para niños, para las que han ilustrado títulos como La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson, o Storia universale de Gianni Ridari. Unos trabajos que, hasta cierto punto, permiten una mayor libertad creativa porque las limitaciones conceptuales respecto de las campañas publicitarias, por ejemplo, son menores, los plazos son más flexibles y el espacio a la hora de aportar soluciones creativas mucho más amplio.
Cada vez que empezamos un nuevo proyecto, le explicamos muy, muy bien a los clientes cuáles son los pasos que tenemos que seguir hasta tener el trabajo acabado. De esta forma saben perfectamente cuáles son las dificultades a las que nos vamos a enfrentar. Es frecuente que, después de esas explicaciones, el cliente nos deje un poco más de tiempo del que habitualmente dejaría para una ilustración convencional porque, evidentemente, nuestro proceso de producción es más complejo que otros. En todo caso y con el tiempo, hemos conseguido desarrollar un proceso de creación que no solo nos permite entregar los trabajos en la fecha indicada por el cliente, sino que facilita las revisiones o los cambios que este necesite hacer en el encargo.
En el trabajo de Bomboland destaca el uso de diferentes técnicas de modelado y ensamblado de papel que permiten la creación de imágenes con diferentes planos. Ello logra un impactante efecto de profundidad, el cual se potencia con las texturas de los diferentes papeles y la fotografía final aunque, preguntados a este respecto, en Bomboland son extremadamente sinceros: “Nos limitamos a poner la cámara enfrente al trabajo y disparar”.
Viendo los trabajos de Bomboland, dan ganas de irse a vivir a uno de ellos. Habitar casas de papel con tejados de cartón acanalado para desaguar cuando llueva, bañarse en mares con espumosas olas de papel arrugado, tumbarse bajo la sombra de árboles de papel kraft y regresar en automóviles o trenes que, además de no contaminar, se pueden plegar y guardar en un bolsillo.
Si lo anterior no fuera posible, no estaría nada más poder asistir a, por ejemplo, representaciones teatrales en las que los escenarios fueran grandes piezas surgidas del taller de Bomboland o películas en las que los decorados fueran de papel.
Hemos pensado en muchas ocasiones todo esto que mencionas. Debe de ser realmente interesante poder fabricar algo semejante a una instalación que se use tal vez para un escaparate o, ¿por qué no?, una escenografía para un teatro. Hace algún tiempo, hicimos unas piezas grandes de cartón para una sesión de fotos de una marca de ropa para niños. La experiencia estuvo realmente bien, pero no es comparable a lo de la escenografía.
Mientras que la Scala de Milán, la ópera de Sidney o el Liceo de Barcelona se deciden a encargarles decorados y decorados para obras de Mozart, Verdi, Rossini o, por qué no, una de Wagner con muchos rayos, muchas tormentas, muchas grutas y muchos paisajes mitológicos, los responsables de Bomboland se plantean objetivos más sencillos de abarcar.
Nos gustaría explorar y desarrollar nuestro trabajo en el campo de la animación. En el pasado ya tuvimos algunas experiencias en ese sector, colaborando con algunos estudios de animación, pero ahora nos gustaría poder llegar a producir algo que fuera realmente nuestro. Un proyecto propio que nos permita mejorar nuestros conocimientos de animación. Texto: Eduardo Bravo

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