MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

Carlos Meira. El don de modelar papel


6 Folia de Papelr - porta-bandeiraLos trabajos del ilustrador brasileño Carlos Meira desafían las condiciones físicas del papel convirtiendo en volúmenes y curvas un material que aunque en ocasiones lo olvidemos tiene, por naturaleza, tres dimensiones. Publicado en Visual 173


“No sé explicar muy bien esta atracción que siento hacia los papeles. Conocía la escultura en papel a través de los trabajos de Leo Monaham, un artista norteamericano que fue pionero en este arte, y admiraba mucho su trabajo desde cuando trabajaba de becario en las agencias de publicidad de Río de Janeiro, pero fue desde el día en que abrí un American Showcase y vi una escultura en papel del Sr. Monaham, que me quedé fascinado y comencé a alimentar el sueño de trabajar con esa técnica”.
El mundo ha cambiado mucho desde que produjera ese momento germinal de la carrera del ilustrador brasileño Carlos Meira. Tanto es así que, cuando se produjo esa revelación en una época pre-internet, todo conocimiento dependía en gran manera del papel mientras que hoy, muchos son los que dan al papel por muerto. Entre esos agoreros no se encuentra precisamente Carlos Meira, uno de los escultores de papel más sorprendentes del mundo, que a diferencia de la gran mayoría de los artistas que trabajan estas técnicas, en lugar de recurrir a los paralepípedos, a las aristas, los pliegues y a las lí-neas rectas para construir figuras y escenarios, ha logrado desarrollar una técnica gracias a la cual el material adquiere tal maleabilidad que permite describir con él curvas imposibles y retorcidas volutas que nos hacen olvidar la fragilidad del papel.
“Las limitaciones del papel son muchas –explica–. No es un material tan maleable como parece. Se rasga, se arruga y exige trabajarlo con mucho cuidado. Pero creo que son esas dificultades las que me motivan a hacer trabajos cada vez más complejos”.
Carlos Meira nació en Rio de Janeiro. Estudió Bellas Artes y, a principios de los noventa, tras trabajar en diferentes agencias de publicidad en Brasil, se mudó a Portugal para prestar sus servicios como diseñador gráfico en Renova, la compañía de papel que recientemente revolucionó su sector con el lanzamiento de papeles de colores y el desarrollo de una comunicación optimista, desinhibida y muy llamativa para lo que es habitual en las empresas de servilletas y papeles higiénicos.
“Esa revolución se produjo después de regresar yo a Brasil. Pero me siento muy agradecido por todo lo que me sucedió durante el tiempo que estuve allí, de 1991 a 1996, hace ya mucho tiempo. Sinceramente, Renova fue muy importante para mí porque fue allí donde pude dar los primeros pasos en una técnica de ilustración que más tarde iría a cambiar totalmente mi vida”.
Un día, el jefe de Carlos le preguntó si podría crear un anuncio para uno de los productos de Renova y él decidió resolverlo construyendo el logotipo de la marca en papel y fotografiarlo. Una decisión aparentemente inocua que, como él mismo comentaba más arriba, cambiaría su vida.
“Soñaba con poder convertirme en escultor de papel algún día pero antes no tenía valor de hacerlo y fue en Portugal donde encontré las condiciones y la libertad para concebir y ejecutar en papel los trabajos que después aplicaba a diferentes piezas gráficas para Renova, como anuncios, invitaciones, felicitaciones de Navidad…”.

Los beneficios de arriesgarse

En 1996 Carlos Meira regresa a Brasil, donde continuaría trabajando en agencias de publicidad hasta que, tras comprobar que las ilustraciones en papel comienzan a tener cada vez más importancia en su carrera profesional, decide abandonar la publicidad para dedicarse a la ilustración en papel a tiempo completo, desarrollando una técnica innovadora en la que destaca muy especialmente la forma de moldear el papel y su brillante, amplia y variada paleta de colores.
“Utilizo papeles de colores pero en ocasiones necesito pintar con acuarelas algunos trozos de papel para conseguir una mayor variedad de tonos. En lo que se refiere a la elección de esos colores, no hay una regla. Es un proceso bastante intuitivo que depende del tipo de trabajo. Por otra parte, también me gusta hacer esculturas solo en blanco”.
Esta particularidad es otro de los logros de las ilustraciones de Carlos Meira: la creación de hermosas y complejas imágenes sin ningún color, únicamente con un inteligente uso de las texturas, la profundidad y los diferentes planos. Unos proyectos en los que juega un papel muy importante la luz.
“Acostumbro a decir que yo solo hago el cincuenta por ciento del trabajo. Quien hace la otra mitad es la luz. En el caso de la fotografía, una buena iluminación es fundamental para que el trabajo quede bien. Por eso siempre necesito estar presente en la sesión de fotos, que es realizada por un fotógrafo profesional, en ocasiones a elección del cliente y en ocasiones con Ricardo Amaral, de aquí, de Río, que es amigo y un gran fotógrafo. Como yo no tengo equipo, mis fotos solo son para archivo personal”.
Fases como la toma fotográfica del trabajo acabado para poder ser utilizado posteriormente en el proyecto para el que ha sido concebido, además de la laboriosidad intrínseca a esta técnica, provocan que la labor de un escultor de papel se rija por unos plazos totalmente diferentes a los de los ilustradores al uso. Un hecho que debe ser tenido en cuenta por el autor pero, lo que es más importante, por las agencias de publicidad y el cliente, que suelen manejar plazos muy cortos.
“Para un proyecto personal puedo llegar a tardar hasta treinta días en hacer una obra. En publicidad, donde infelizmente los plazos son más cortos, tardo una media de siete días, aunque en una ocasión tuve que hacer una escultura en tan solo tres días. En todo caso, aprendí que en la publicidad cumplir los plazos es fundamental. Por eso tengo que hacerlo lo mejor que pueda dentro del tiempo que se ha acordado con el cliente. Sé que en ocasiones eso es angustiante pero no hay otra alternativa, tengo que cumplirlo y, afortunadamente, durante quince años de carrera, nunca me retrasé en la entrega de un trabajo”.
Para poder cumplir con esos plazos, en necesario establecer un protocolo de trabajo en el que todas las fases estén claras y no se dé un paso si el cliente no ha aprobado el anterior, habida cuenta de que los cambios en este tipo de ilustraciones pueden suponer tener que empezar de nuevo desde cero.
“Antes de nada, hago un boceto para que el cliente lo apruebe. Después de esa aprobación del diseño es cuando comienzo a trabajar sobre la escultura para después fotografiar y entregar en el plazo acordado”.
Esta eficacia, sumada al talento y técnica de Meira, ha permitido que además de las agencias de publicidad, su trabajo haya sido contratado por diferentes empresas e incluso expuesto como piezas artísticas.
“Soy más solicitado por agencias de publicidad porque es un mercado que conozco mejor. Sin embargo, las editoriales es donde más libertad creativa tengo. Sobre mis exposiciones como artista, debo decir que es algo medio accidental. Como los originales de las ilustraciones llaman mucho la atención de los clientes, muchos de ellos resuelven adquirirlas u organizar exposiciones. Así es como comencé a exponer en público las esculturas de papel pero, como la aceptación de la gente fue muy grande, me animé a hacer proyectos personales expresamente para exponer. Por otra parte, es cierto que existe una especie de reticencia por parte de museos y galerías hacia el trabajo de artistas que no forman parte del circuito del arte, pero yo no me puedo quejar”.
En la actualidad, Carlos Meira tiene abierta una exposición titulada Folia de papel (Locura del papel), fruto de muchos años de trabajo y que es un homenaje a los personajes tradicionales de las escuelas de samba de Río de Janeiro. Tras su clausura, el 29 de marzo, Meira encarará nuevos proyectos entre los que no estaría nada mal que hubiera trabajo de cine, de escenografía o de animación.
“En cierta manera ya hago escenografías. Es habitual que me pidan escenarios de papel para los modelos de los anuncios publicitarios pero todo montado por ordenador, claro, porque infelizmente aún no hice un escenario a tamaño real porque precisaría de unos planos también mayores. También hice algunos trabajos para animación de anuncios que me encantaron a pesar de que, como ya dije, los plazos son muy cortos. Me encantaría hacer una animación con papel para un proyecto personal y para el cine, pero lo más cerca que llegué de eso fue una colaboración para los títulos de crédito de la película ¡Minhocas’, un largometraje brasileño realizado con la técnica del stop-motion. En todo caso, claro que me gustaría explorar nuevos territorios artísticos. Está muy bien eso de arriesgarse”. Texto: Eduardo Bravo

Plausive