MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

Crónicas desde la cuenta atrás. El oso polar de Madrid


El poder del error en diseño es exponencial. Los diseñadores somos como los técnicos de los ascensores, que casi siempre un buen trabajo pasa desapercibido, pero el error puede acabar en tragedia. Dejemos a un lado la contratación privada: las consecuencias de los despropósitos recaen en la empresa contratante y en el pecado llevan la penitencia. ¿Pero qué sucede con la contratación pública del diseño? ¿a qué responde el que se den siempre ahí los grandes errores, los mayores despropósitos?
Ha sucedido por enésima vez. En 2003 se aplicó el origen de la identidad actual del ayuntamiento de Madrid. El manual era un . pdf de apenas unas hojas, insuficientes pero correctas.
En determinado momento una agencia de publicidad (siempre hay una en los despropósitos) hizo la marca turística, la de las exclamaciones. Gallardón al cabo de unos meses pensó que ahí no quedaba claro que correspondía al ayuntamiento (el habitual pique con la Comunidad) y exigió que se le incorporara el escudo. Y que se usara para todo. Y así hemos estado nueve años con ese bodrio infumable. Aquella agencia cometió un error. Como la marca se aplicaba casi siempre sobre fondos, «negativó» el conjunto, incluido el escudo. Lo que ya venía siendo un gazapo frecuente por desidia, torpeza de los proveedores gráficos y falta de información y supervisión adquirió categoría de norma al quedar reflejado en el manual como un uso correcto. Los diseñadores lo denunciamos. Los heraldistas también. Los técnicos del Ayuntamiento lo sabían. Solo restaba que en la siguiente revisión o actualización se enmendara…
El Ayuntamiento de Madrid hace un mes ha revisado su identidad. Esto debería ser una buena noticia. Que se intente poner algo de orden no es malo.
Desgraciadamente, hasta aquí llega lo bueno que se puede decir de la iniciativa. Vayamos ahora con los defectos y el resultado. En primer lugar, se asigna por contratación directa. Mal. Y cae en alguien a quien no conozco, casi nadie conoce, pero que a todas luces no era el diseñador idóneo. Sale un manual insuficiente que el Ayuntamiento comunica a bombo y platillo… vale. Hay un morbo en buscarle fallos… ¡pero es que los tiene todos!.
El uso del escudo, era sabido, adolecía de dos errores: uno casi heráldico, y desde luego gráfico: un escudo no puede negativarse en su conjunto. Este error, que insistimos no es de ahora, se mantiene. El otro error, de principantes, era el trazado. Incomprensiblemente, nunca nadie se molestó en que este fuera una versión final, correcta. las uniones de las curvas, los errores de simetría hubieran dado al traste con las expectativas de aprobar a un estudiante de bachillerato de las artes. Pero se invierten cientos de miles de euros en aplicar el error y hacerlo más grande.
Por último, pero no menos importante, el diseñador ha decidido que todas las comunicaciones y publicaciones habrán de realizarse en una tipografía sin itálicas. Esto, además de demostrar un desconocimento preocupante, es un desprecio a la riqueza ortotipográfica de la comunicación municipal. Sospecho que los diseñadores haremos insumisión al respecto, pero de cumplirse determinados textos resultarán bochornosos.
Hace tiempo aprendí una cosa: con los políticos cuando de diseño se trata no vale el talante ni los paños calientes, ni el diálogo. Hemos hecho rectificar muchas veces y abortado muchos despropósitos, algunos tenemos el culo pelado en eso. Pero NUNCA he visto dar un paso atrás a un político porque pensara que teníamos razón, que era justificado nuestro enfado o que mereciera la pena atender nuestras quisquillosas reivindicaciones de puretas gráficos: el recular ha sido siempre proporcional al ruido generado y al calorcillo inquietante que hayan sentido en sus políticas posaderas. Y esto vale para las derechas, las izquierdas y las mediopensionistas. Este gobierno municipal le debe mucho al diseño. No me refiero ni a los carteles gratis ni a los movimientos de liberación gráfica, le debe mucho respeto. Porque los diseñadores, lo mismo que estos políticos y no otros, están para hacerle la vida un poco más feliz a la gente. O eso quiero pensar. Ahora hay que esperar a ver si los responsables se enrocarán en los errores como hicieron otros, o buscarán quien les asesore.

Texto: Alvaro Sobrino

Publicado en Visual 181

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