Durante mucho tiempo, para Diana Beltrán Herrera el papel no fue nada fuera de lo normal. Tan solo un soporte en el que bocetar o anotar ideas sin otra finalidad que ser desechadas. Años después, el papel se ha convertido en el medio a través del cual esta ilustradora colombiana explora el mundo que le rodea.
El papel parece un material muy informal al que no se le toma muy en serio, explica Diana Beltrán Herrera, ilustradora colombiana afincada en Inglaterra. Tan poca importancia le daba ella misma que, cuando comenzó a trabajar con papel, ni siquiera pensaba en producir objetos: Que tuvieran una calidad de algo finalizado. Me limitaba a probar cosas y manifestar ideas.
Hace mucho tiempo ya de todo eso. Atrás quedó cuando en el colegio utilizaba el papel para hacer collages destinados a desarrollar la creatividad en edades tempranas o cuando recurría al papel para hacer moldes y prototipos durante sus estudios de diseño industrial. En la actualidad, el papel es para Beltrán Herrera otra cosa muy diferente. Aunque aún lo usa para anotar ideas o experimentar: Porque es un material muy económico que si se daña no pasa nada y se puede reemplazar, el papel es hoy un material que en sus manos adquiere formas y volúmenes insospechados.
El papel me interesa no como superficie, sino para trabajarlo con volumen. Me interesa el cómo se puede transformar algo aparentemente tan frágil y darle una estructura. Sin embargo, en un primer momento, cuando comencé a trabajar el papel, no buscaba técnicas o reproducir alguna cosa real. Simplemente buscaba respuesta a una inquietud.
Diferentes inquietudes producirán diferentes resultados. Un hecho que provoca que: Aunque haya técnicas comunes o procesos de creación similares, cada persona aborde el material de una manera diferente.
Tanto es así que esa forma de trabajar el material evolucionará según lo hagan las inquietudes de quien lo manipule. La propia Beltrán recuerda cómo en sus primeros trabajos: No había planificación. Me limitaba a observar una imagen, tratar de imitar lo que veía y completar lo que no estaba visible. Poco a poco, la planificación de los trabajos comenzó a jugar un papel más importante. Ahora utilizo la ilustración digital para desarrollar la idea general de un proyecto y poder presentarle una propuesta al cliente. Ademas, con un dibujo se pueden definir cosas importantes como el tamaño, las piezas necesarias, incluso los colores más adecuados. De esta forma, el proceso de producción se agiliza.
Aunque no es un sector ciertamente masificado, cada día hay más profesionales de la ilustración que optan por el papel como material con el que trabajar. Sin embargo, de nuevo son las inquietudes de cada uno las que marcan la diferencia. Veo que muchas personas que trabajan con papel lo usan del mismo modo. No se centran en explorar el material, sino en entregar resultados visuales invirtiendo poco tiempo y solucionando las ideas de la forma mas sencilla. A mí me gusta entender el material. No buscar la forma más fácil de resolver un problema, sino encontrar la forma adecuada de hacerlo. Solo así puedo aportar una mayor calidad a cada trabajo que hago.
Los proyectos de Diana Beltrán Herrera se caracterizan por un alto grado de perfección y realismo.
En ocasiones los clientes no creen que pueda estar hecho en papel, explica. No es para menos. Su talento a la hora de manejar ese material le permite reproducir flores, aves, mariposas, peces y otros animales con un grado de detalle semejante al de una enciclopedia o un libro científico.
Hay muchas personas que, como yo, realizan aves en papel, pero las resuelven de manera más sencilla. A mí me gusta acercarme mucho a la realidad ya que es una forma de experimentar algo que no conozco. Esa es la principal necesidad. Un deseo personal de conocer y de relacionarme con el mundo desde la inmediatez de mi taller o mi casa. A través de mi trabajo puedo traer todo lo que yo quiera a mi realidad, porque lo puedo hacer. Puedo crear objetos que no existen, que no poseo, o cosas que viven muy lejos de mí.
A la labor de reproducir las cosas que están lejos, Diana Beltrán Herrera ha añadido una nueva tarea: materializar en papel las cosas que están cerca. Estoy replicando los objetos de mi casa. Es un proyecto grande porque tengo muchas cosas que hacer. Creo que el tiempo es importante para consolidar grandes ideas, así que voy trabajando con calma. Lo estoy haciendo por etapas, sin embargo, me va a llevar mucho tiempo y trabajo.
Este nuevo proyecto de Diana Beltrán Herrera recuerda al relato de Jorge Luis Borges El rigor en la ciencia. En él se especula con la posibilidad de reproducir el mapa de un lugar a escala 1:1. Un trabajo titánico cuya recompensa final justificaría el esfuerzo necesario para llevarlo a cabo.
Una vez que empiezo, el objetivo es terminar lo que comienzo. Para ello, me enfoco en el proyecto y evito hacer varias cosas al tiempo porque se me confunde la voluntad. Si quiero lograr algo necesito tiempo. Tiempo y voluntad, aunque a veces la voluntad se demora en llegar, –bromea Beltrán Herrera–. En todo caso y aunque se demore, todo acaba saliendo bien y al final siempre hay una satisfacción por lo que se ha logrado.
A pesar de todo, el placer que Diana Beltrán Herrera siente a la hora de realizar sus complicadas piezas resulta difícil de transmitir a otras personas. Es complicado encontrar atractivo un trabajo que se basa, además de en el talento y la destreza, en la paciencia, la laboriosidad y muchas horas de dedicación.
No soy muy consciente de la paciencia que requiere todo este trabajo porque es algo que disfruto. Todos los trabajos que he producido me han hecho disfrutar porque, de una manera u otra, me han aportado cosas importante para el futuro. Por eso me gusta mirar al pasado. Revisar lo que hice y comprobar que hay cosas que se pueden desarrollar mejor. En el fondo, es un crecimiento constante y todo alimenta. Tanto es así, que Beltrán Herrera disfruta hasta de los trabajos cuyos resultados no eran los esperados. La explicación es sencilla y está en la línea de lo anterior: Me ayudaron a encontrar la salida a problemas específicos.
Para los pueblos que viven rodeados de nieve, no toda la nieve es la misma. Tanto es así que cada variedad es denominada con un término diferente. Algo semejante sucede con las regiones en las que llueve en abundancia. No toda la lluvia es la misma lluvia. Lo mismo ocurre en el mundo de los papeles. Mientras que para el común de la población todos los papeles son papel, solo los muy avezados como Diana Beltrán son capaces de no dejarse abrumar entre tanta variedad cromática, gramajes y texturas para poder elegir aquellos que mejor encajan con lo que se necesita expresar.
El papel no es solo una cartulina. Hay una gama muy amplia de tipos de papeles, de colores, texturas, gramajes…, –enumera Beltrán Herrera que reconoce que le ha llevado algún tiempo llegar a descubrir la amplia variedad de este material–. Sin embargo, mi interés al trabajar con el papel no radica en el material en sí, sino en la versatilidad que tiene y que le permite en ocasiones asemejarse incluso a otros materiales como el metal o la madera.
A pesar de los resultados espectaculares que se pueden conseguir con él, el papel no deja de ser un material más. Un medio que, para explotar todo su potencial, precisa no solo de una buena manipulación, sino de un concepto detrás que sustente toda la obra. No es el material sino el mensaje o el concepto lo que convierten a un objeto o idea en una obra valiosa, –concluye Beltrán Herrera–.
Texto: Eduardo bravo
Publicado en Visual 185