MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

El dominio público y Lorca


La figura del dominio público está bien definida: engloba el patrimonio intelectual que está libre de toda exclusividad en su acceso y utilización. Incluye elementos que no tienen restricciones de derecho de autor establecidas, así como obras literarias, artísticas o científicas en las que ha expirado el plazo de protección del derecho de autor. El convenio de Berna fija el plazo en cincuenta años desde la muerte del autor, y a partir de ahí cada país en su legislación amplía ese plazo. Aquí son ochenta años, aunque en el año 2057 pasarán a ser setenta años.
El acceso a la cultura está contemplado en nuestra Constitución y en la Declaración de Derechos Humanos. Como quiera que es un derecho que entra en colisión con otros, ha de ser regulado. Hasta aquí todo bien.
Toda esta legislación viene de muy atrás, cuando el mundo era otro. Entonces la reproducción dependía de costes de producción, y regular los derechos de autor no solo defendía a este, también protegía la inversión exigida a quienes se aventuraran a costear la difusión. Hoy no es así. La difusión y el acceso tiene un coste próximo a cero con las nuevas tecnologías. Pero el legislador es perezoso siempre, y como en tantas otras cosas las leyes están pensadas para otra realidad, y en el mejor de los casos se parchean.
Tampoco la sociedad es beligerante en exigir ese acceso a la cultura. Posiblemente, porque quienes normalmente alzan la bandera de lo cultural –los creadores e intelectuales– son en este caso los que perderían privilegios.
Se celebran centenarios del nacimiento o muerte de los creadores a los que con premura se acercan las marcas y los políticos. Las instituciones acarrean el dinero público para difundir lo que ya conocemos, llegando hasta el hastío. Pero pasan desapercibidos los momentos de tránsito al dominio público de las obras, cuando esta debería ser la celebración. ¿Cuántos saben que este próximo uno de enero pasan a tal situación los legados de Federico García Lora o Valle-Inclán? ¿Cuántos ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas –no digamos ya nuestro ministerio de cultura– han hecho el mínimo esfuerzo en señalarlo y celebrarlo? Esta debía ser la fiesta de los lectores, de los espectadores, de la parte disfrutante de la cultura… y eso interesa poco.
¿De verdad no interesa a nadie? Quizá sí. Doscientos cincuenta ilustradores, fotógrafos y creadores plásticos se han unido para pergeñar un Romancero Gitano Ilustrado. Una obra que financiarán ellos mismos con una pequeña aportación. Y quienes quieran apoyarla. Hay detrás una parte de reivindicación, de celebración, y quizá también de cuestionar este modelo de cultura que nos hemos dado. Acaso sea el detonante y vengan detrás otros: Valle-Inclán, Unamuno… que no creemos que este modelo sea mejor. Pero vista como está la cultura en nuestro país, no podemos permitirnos eludir ningún modelo. Publicado en Visual 182

Plausive