Mi Enano lleva un tiempo con la cara larga conmigo, porque es un adicto a los gadgets tecnológicos y claro, ahora, con esto de la crisis, le he dicho que tiene que apretarse el cinturón y dejar de comprar aparatillos para su vida y flujo digitales. Me dice que no tiene cinturón, cosa que ya sé: ni cinturón ni ganas de hacerme ningún caso.
Es el síndrome postvacacional, me repite. Pero claro, desde que han pasado las vacaciones (que ya hace un rato largo) lleva trayéndome continuamente catálogos de aparatos nuevos que le saquen de su depresión post-veraniega y de ese síndrome por empezar nuevas relaciones tecnológicas o colecciones absurdas tras el reset estival. Publicado en visual 134