Esta es una revista de diseño, y deberíamos quedarnos en ese ámbito en cuanto al contenido y la opinión. Pero es que a veces…
Hace años, cuando el desastre del Prestige, un buen número de grafistas se confabularon para representar gráficamente su enojo de la mano del Círculo de Bellas Artes que prestó sus salas para mostrar aquel material. Sucedió con el No a la Guerra. También los diseñadores –de izquierdas– se juntaron para reclamar cambios políticos en Madrid y Barcelona, apoyando con su gráfica a Ada y Manuela. ¿Qué ha sucedido esta vez? Los jubilados están en la calle pidiendo pensiones dignas, y todos o casi todos hemos salido a compartir el dolor y la indignación por una sentencia que no entendemos en el caso de la violación durante los sanfermines… ha habido expresiones gráficas aisladas en las redes, pero no de una manera hastagizada y coordinada. Cada vez hay menos puesta en común. El buenismo de las distintas asociaciones de diseñadores no deja lugar a estas iniciativas que a alguien podrían molestar.
En esto, hemos salido perdiendo. No puede hablarse de una única causa. Pero se nos ocurren algunos factores que contribuyen a ello.
En primer lugar, la falta de organización colectiva. Es un hecho que los profesionales más jóvenes que se incorporan al mercado laboral apenas apuestan por el asociacionismo. Posiblemente, están en una realidad profesional que no se refleja en las asociaciones: por ejemplo, no comparten la beligerancia con la que éstas afrontan el tema de los concursos.
Tampoco las webs de debate que en otro tiempo funcionaron son ahora el elemento aglutinante que fueron. Muchos eventos y encuentros de debate desaparecen por la ausencia de apoyo institucional. Los que hay apuestan mucho más por el negocio del diseño que por el diseño en sí.
Las redes han empezado a aburrirnos, y no es de extrañar. Quizá creíamos que podrían sustituir a otros mecanismos de organización colectiva, quizá los debilitaron… han destruido sin aportar una alternativa eficaz.
Así, existe la sensación de que como colectivo nunca estuvimos más dispersos y apagados. O nosotros la tenemos. Ojalá estemos solo en un momento de desidia, que no se convierta en estructural. Porque como decía Milton Glasser, “Los diseñadores hemos elegido el bando de Eros, hemos dedicado nuestra vida a crear cosas, más que a controlarlas. Por oscura y difícil que sea la hora que nos ha tocado vivir, las cosas cambiarán, y hoy tenemos una función importante que desempeñar en esa transformación. Porque, como todas las personas que crean y hacen cosas, estamos, inevitablemente, del lado de la luz”. Publicado el Visual 192