Abres la revista, un especial de primavera, y en una de las páginas aparece un faldón en negro, con las letras caladas en blanco para que todo el conjunto destaque frente al resto del contenido de la página impresa a una tinta. Hasta ahí, todo normal. Lo que llama poderosamente la atención es el texto:
“La regla suspendida por cualquier causa, vuelve sin peligro”.
A buen entendedor, pocas palabras bastan. Es un anuncio de píldoras abortivas. Considero la última vez que ví un anuncio de pastillas para la interrupción del embarazo en una revista de temática general. Nunca. Si el hecho de comprender lo que te están vendiendo impresiona, resulta mucho más impactante teniendo en cuenta que la revista en cuestión es un ejemplar del Crónica. En concreto el especial de primavera de 1936. Publicado en visual 179
El resto de las páginas dejan, entre textos mojigatos con algún toque picante, perlas publicitarias del mismo calibre: Hormonas que sirven tanto para mejorar la virilidad del hombre como para mantener jóvenes a las damas; colecciones de fotos de desnudos femeninos acompañados de relatos eróticos, con discreto envío a domicilio; pistolas para el caballero elegante; libros de autoayuda para ligar; cánulas vaginales para la higiene íntima femenina…
Aprovechan la temática de ese especial, la mujer, para intercalar entre textos de corte clásico-paternalista fotos de desnudos femeninos firmados por Manassé o dibujados por Federico Ribas. Los artículos son del todo prescindibles, pero la publicidad… En ella reside el auténtico reflejo de la sociedad.
Al igual que un ABC de hace pocos años era capaz de publicar una guía para evitar la masturbación a pocas páginas de los clasificados de masajistas de relax, así el Crónica de 1936, un medio de corte conservador, refleja mejor la sociedad del momento por su publicidad que por lo que cuentan sus articulistas.
Impresiona ver una sociedad tan cercana a la actual, donde el sexo era tan importante para vender como lo es ahora, donde el erotismo se explayaba sin demasiados tapujos, donde las colonias se vendían también entre cuerpos femeninos y promesas de éxito con el sexo opuesto. Donde quedarse embarazada sin desearlo era tan común que merecía la pena anunciar en las revistas tu producto para que volviera la ansiada regla. Y además llamarla “regla”, sin eufemismos ni disfraces. Sorprende ver la naturalidad con la que se anunciaban ciertos productos que, aún a día de hoy, son tabú.
Cuando la revista vio la luz, quedaban tan sólo cuatro meses para que estallase la guerra, para que todo cambiase a blanco y negro, para que la publicidad volviese a los roles de sometimiento de la mujer al hombre, al recato asustado y a la moralidad medieval de quienes ganaron. Abrir una revista de los 50 y comparar su publicidad a la del Crónica es mirar dos mundos separados por mucho más de 14 años. Texto: Nano Trias (www.obaku.es/zenblog)