MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

Este trabajo me mata. Mariscalismo en tiempos revueltos


No soy muy de Mariscal. Y sin embargo, me gustaría. Varias personas a las que admiro profundamente, enormes profesionales, creen que merece la pena compartir con él tiempo y experiencias; así que parte de mi admiración pasa de soslayo a Javier, a pesar de mis reticencias hacia él como profesional.Siempre he pensado que adolecía de ese mal tan ochentero que era confundir arte con todo lo demás: gráfico, ilustración, decoración, diseño industrial o tipografía. El resultado es que toda su obra, sea cual sea la empresa o el producto, chorrea mariscalidad. Viendo el portfolio completo da la impresión de que distintas empresas han cedido sus productos para promoción de la marca Mariscal, y no al revés. Publicado en Visual 177


Eso es lo que haría un artista, no un diseñador gráfico. No Eskenazi.
Y es éste, precisamente, uno de mis admirados de los que hablaba al principio. Algo habrá entonces.
Hace algo más de una semana que la revista Gurb publicó la entrevista a Javier Mariscal en la que se declaraba en bancarrota y sin trabajo. Cuando la leí por primera vez me asusté, como tantos otros, por la implicación tácita que tiene para todos los que nos dedicamos a esto. Si a él le va mal ¿qué podemos esperar los que siempre hemos ido renqueando en el precario equilibrio mileurista? Otro miedo que se suma al de la famosa carta de Alberto Corazón y a las declaraciones de tantos otros grandes que hoy denuncian un desprecio sin parangón por nuestro trabajo.
Para colmo de males, Javier Mariscal ha sido el ejemplo perfecto, con cara, nombre y apellidos, de la burbuja de precios de nuestra profesión. Son las mismas empresas que antes destinaban decenas de miles de euros a decir que su imagen la había creado fulanito, las que ahora culpan a los profesionales gráficos de haber vendido su producto de manera inflacionaria, muy por encima del valor real que debe darse a nuestro trabajo en el mercado. La solución de los nuevos responsables de esas empresas ha sido justo la contraria: tratar el gráfico como un subproducto desdeñable de la comunicación. La nueva moda es presumir de que la conceptualización de las campañas y el desarrollo gráfico se hace de puertas hacia dentro, tirando de lo que tenemos en casa para, después, gastar cantidades ingentes en viralizar marcas y conceptos que no hay por donde cogerlos.
Una semana después de la entrevista, ya se podían leer en internet la opinión de colegas que criticaban precisamente eso: has vivido como un jeque vendiendo una y otra vez lo mismo, ahora no quieras darnos pena.
Pero releo la entrevista a Mariscal y me sorprende no ver ni una sola queja, ni un sólo intento de dar pena, ni un intento de derivar la culpa a la situación económica: siempre he vivido bien, no lo supe ver, no me lo quise creer, he sido un privilegiado, he cobrado muy bien, sobredimensioné el estudio… Todo lo que leo se parece más a un mea culpa que a un intento de dar pena.
Sin ser muy de Mariscal, me pongo a pensar en su situación, y es poco equiparable a la de los que hemos leído la entrevista con un atisbo de miedo en los ojos. Mariscal no ha ejercido de diseñador, ha ejercido de producto de moda. Como Custo, como Ruiz de la Prada, como Kukuxumusu, como tantos otros donde lo que se pretendía es que no hicieran nada nuevo. Cuando contrataban a Mariscal, querían que lo que les hiciera se pareciera a Cobi; que visto desde un kilómetro de distancia se supiera que lo había hecho él. Por esa impronta es por lo que se desembolsaban muchos miles de euros, no por ver qué otras cualidades tenía como diseñador.
¿Que se pasó con su caché? Me gustaría saber quién de nosotros, en su situación, no inflaría esa burbuja hasta su límite. Que me den a mí la posibilidad y vemos.
Podría molestarme si hubiese estado explotando becarios mientras él cobraba cantidades astronómicas, pero parece que ese tampoco es el caso. Los que explotan becarios no van a la bancarrota. Si creemos en la entrevista –no tengo otra fuente para contrastar–, el estudio eran cuarenta personas con buenos sueldos, libertad de horarios, tranquilidad laboral y entorno amigable y creativo. Por mí, una persona que trata de ese modo a su equipo puede forrarse todo lo que él quiera.
Nunca he sido muy de Mariscal. Pero de éste Mariscal, de verdad que me gustaría. Texto: Nano Trias

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