MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

Este trabajo me mata. Matemos al diseñador


A principios de diciembre el Atlético de Madrid presentaba su nuevo escudo en los medios.
Transcendía también el proceso de selección de agencia y el nombre de la ganadora –inusual por estos lares–, así que junto con el rediseño conocíamos que había sido un concurso cerrado al que habían concurrido cinco empresas y que finalmente la seleccionada había sido Vasava. Doble acierto por parte del Atleti.
En la misma rueda de prensa se hacía público también el nombre del nuevo estadio, Wanda Metropolitano, en honor al primer estadio del club… y al conglomerado chino que pone la pasta para construirlo.
No habían pasado quince minutos cuando las redes ya ardían con las nuevas noticias. Miles de aficionados atléticos ponían el grito en el cielo y se rasgaban las vestiduras ¿Porqué le habían puesto el nombre de una inmobiliaria china a su estadio? No, qué va: porque unos catalanes, que ni siquiera eran del Atleti, habían mancillado lo más sagrado de sus vidas ¿A sus hijos? Una vez más, no: el escudo de su club de fútbol.
Durante las primeras horas no hubo ninguna mención al hecho de que el escudo del Atlético de Madrid había cambiado hasta diez veces a lo largo de su historia, más o menos una vez cada doce años. Tampoco hubo gran revuelo con el nombre del estadio, pero fueron creciendo los comentarios iracundos hacia Vasava, que lejos de haber resuelto un encargo del club, conspiraban para vaciar sus arcas con el mayor engendro que fueron capaces de perpetrar. Para dejar muy claro que habían destapado su complot, se dirigieron directamente a los perfiles en las redes de la agencia para mentarles la madre, llamarles ladrones, amenazarles de muerte y dejar constancia –¿a alguien le suena?– que eso sus hijos lo hacían mejor y en menos tiempo.
El grito era unánime: “Éste (el antiguo) es el único escudo que besaré”, dejando muy claro que nadie someterá su corazón al nuevo escudo del club. Cada cual subía una foto del auténtico escudo, el bueno ¡el que atesoraba el verdadero espíritu del Atleti!
Conté hasta 30 versiones distintas: con la osa en azul, con la osa en negro, con suelo en el conjunto de la osa y el madroño y sin él, con el blasón ribeteado en oro y en azur, y con todas las versiones de rayados posibles. Todos ellos, los auténticos, los de verdad, seleccionados entre falsificaciones de camisetas, bufandas de los chinos y productos oficiales de tres décadas diferentes.
El escudo de Vasava es objetivamente bueno. Como diseñadores, resuelven fallos técnicos, simplifican, limpian y compensan el conjunto. Ni en el ribete, ni en la forma del escudo, ni en las proporciones del blasón, han hecho un cambio tan brusco que no se hubiera visto ya en la parafernalia del club una docena de veces. Quizás todo se limita a un único elemento, un único gran fallo de foráneos que ha sido voltear a la osa. En las cien versiones verdaderas del escudo, es lo único que no cambiaba. Porque, si bien es cierto que así queda mejor compensado y con menos blancos, también es verdad que ningún diseñador madrileño lo hubiera hecho; simplemente porque la repetición del elemento ha grabado a fuego en nuestras cabezas que la osa mira a la izquierda. Punto. ¿Hubiera cambiado Vasava las franjas blaugranas a horizontal en el escudo del barça porque queda mejor compensado? Pues no lo creo, no.
¿Y puede ser la dirección de un sólo elemento la depositaria de toda una pasión deportiva? Tampoco lo creo. Pero sin duda sí sirve de detonante para que botarates de pocas luces den rienda suelta a sus odios. Y si no pueden ir a la cabeza de su club, porque eso les perjudicaría, dirigen su ira hacia el peluquero.
Mientras ellos buscan cómo acabar con el diseñador, prosiguen como si tal cosa las obras del Wanda.

Publicado en Visual 184.

Texto: Nano Trias

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