Fundado por dos europeos afincados en Estados Unidos y discípulos de Stefan Sagmeister, Karlssonwilker es un estudio de diseño donde todo es posible. Entienden el diseño como una disciplina amplia en la que caben muchas otras y que se inicia desde la redacción del briefing.
Un buen día de 1999, Stefan Sagmeister decidió que debía tomarse un año sabático para reinventarse y mejorar su rendimiento profesional. Los resultados han demostrado que, efectivamente, el diseñador austriaco había encontrado una buena forma de oxigenarse desde el punto de vista creativo pero ¿qué sucedió con los empleados y colaboradores del estudio durante ese tiempo?
Jan Wilker y Hjalti Karlsson se habían conocido mientras trabajaban para Sagmeister. En esa época nadie estaba haciendo lo que él. Supo montar un estudio que mantenía su pequeña estructura, su honestidad y que tenía claros sus objetivos, –explican ambos diseñadores–. Lo más importante que aprendimos allí era que era posible que un estudio muy pequeño pudiera atraer a clientes a nivel global y producir trabajos relevantes. Trabajar con él fue alucinante en todos los sentidos.
Cuando llegó el momento de ese año sabático, Jan Wilker y Hjalti Karlsson decidieron aprovechar lo aprendido a lo largo de ese tiempo y poner en marcha su propio estudio. Era lo más natural. Así que a finales de 2000 fundamos Karlssonwilker inc. y cinco años después se se unió la gran Sandra Shizuka.
A lo largo de esas casi dos décadas de actividad, Karlssonwilker ha desarrollado un trabajo personal, innovador y difícil de encasillar. No tenemos una filosofía cerrada o definida. De tenerla, es demasiado temporal y cambia con tanta frecuencia que es complicado capturarla. Lo que nos preocupa es nuestro trabajo, no el encontrar un marco en el que podamos colocarlo en un futuro. Si no fuera así, sería muy perjudicial para el proyecto, que no es otro que hacer avanzar las cosas y estar abiertos a nuevas ideas y experiencias.
En su propósito por hacer cada vez mejores trabajos, Karlssonwilker concibe el diseño como un servicio integral que va más allá del aspecto gráfico. Una disciplina relacionada con muchas otras, por lo que no es extraño verles desarrollar trabajos de interiorismo, escultura, vídeos o diseño textil.
Nos gusta participar activamente en el brief del proyecto. Esto supone definirlo, fijar los objetivos y sus metas. Para nosotros es sencillo porque disfrutamos del proceso de pensar y buscar ideas. No es que creamos que deba ser la forma de actuar de otros estudios y ni siquiera lo hacemos por razones de supervivencia financiera. De hecho, ese trabajo suele ser una tarea añadida que no está incluida en los presupuestos negociados con el cliente.
Esta atracción por los nuevos retos, sumado a esa filosofía cambiante y a la propia estructura de Karlssonwilker, ha permitido que el estudio no haya tenido necesidad de especializarse en un campo concreto.
Cada año ha sido muy diferente a los demás y hemos disfrutado mucho de todos los trabajos, reconocen sus responsables, al tiempo que se muestran incapaces de determinar en qué sector se encuentran más a gusto. Es imposible comparar un vídeo musical con una asesoría, el rediseño de una revista, un proyecto de branding para unas líneas aéreas o un diseño de sonido. La única forma de valorar todo esto es de forma individual. Estudiar cómo ha sido la relación con el cliente y analizar si hemos sido capaces de establecer un proceso para obtener el mejor de los resultados.
En esa dinámica de trabajo cabe casi cualquier proyecto. Por lo tanto, raras veces han dicho no a una propuesta laboral. Creo que en dieciséis años de actividad solo hemos dicho no a seis trabajos. Si no encajamos para un proyecto, la gente directamente no nos llama. Los proyectos que nos llegan suelen venir a través de clientes que ya nos conocen y que nos eligen porque son conscientes de lo que ellos necesitan y de lo que nosotros podemos aportarles. El cliente que mejor encaja con nosotros es aquel que tiene facilidad para percibir nuestros valores y la forma como diseñamos echando simplemente un vistazo a nuestros trabajos.
Es complicado definir qué es un buen proyecto de diseño y qué no. La respuesta puede abarcar muy diferentes cosas según los criterios que se utilizasen en la valoración. Para Karlssonwilker, por ejemplo, podría ser algo sorprendente, inusual, humano y, por qué no, también divertido. En todo caso, lo que sí tienen claro en este estudio norteamericano es que un buen trabajo debe ser una invitación a abandonar la zona de confort. Todo el mundo tiene que abandonar la zona de confort. Nosotros también. Más que nada porque es más sencillo sacar al cliente de su zona de confort si tú ya la has abandonado antes.
En el portafolio de Karlssonwilker se dan cita varios proyectos para una empresa de papel pintado y tejidos que incluye un sofá de formas irregulares y una enorme escultura que se extiende a lo largo de un vestíbulo. También hay hueco para el diseño de pañuelos, camisetas o campañas para Mini en las que el coche queda prácticamente deconstruido e irreconocible. Por si esto no fuera suficiente también maquetan revistas, hacen portadas de CD y crean la imagen de centros de arte como el Museum of the Moving Image, o el Reykjavik Art Museum con su gama de merchandising incluida. En todos esos trabajos desarrollan esa idea antes mencionada de sacar al espectador de su zona de confort y romper con lo esperado.
Nuestra formación en diseño y especialmente en tipografía es muy clásica. Nos sentimos muy orgullosos de utilizar de forma muy correcta las tipografías, las retículas o la micro-tipografía. Sin embargo también tenemos claro que nuestra educación pasada no tiene que interferir a la hora de poner a funcionar nuestra intuición, nuestros sentimientos o los nuevos descubrimientos que hacemos.
Después de más de dos décadas de experiencia profesional, los responsables de Karlssonwilker han acumulado experiencias y sabiduría suficiente como para compartirla con otros diseñadores, no solo a través de sus trabajos, sino también de una labor pedagógica y divulgativa que realizan en diferentes campos.
Últimamente y después de experiencias como profesores en la School of Visual Arts de Nueva York o la escuela Parsons, el modelo preferido de enseñar es a través de talleres de uno o cinco días en escuelas, empresas u organizaciones relacionadas con el diseño. También nos interesa nuestro programa interno de formación, al que dedicamos un tiempo considerable para mostrar a los participantes nuestro modo de hacer diseño. Una fórmula que se podría resumir en ampliar su angosta manera de entender el diseño y convertirla en otra más versátil, amena, arriesgada, amplia y experimental.
Aquellas personas que no puedan participar de estos talleres o cursos, tienen la posibilidad de conocer la forma de trabajar de Karlssonwilker a través de una sección de su página web. A través de ella el usuario puede descargarse los materiales y explicaciones que documentan el proceso de creación de sus trabajos. Una información importante y que, para que sea realmente valorada, no es gratuita.
Si te sorprende que cobremos por ese tipo de materiales es que nunca te has bajado uno de nuestros bocetos. A través de ellos puedes profundizar en nuestro proceso de trabajo. El diseño gira alrededor de ideas y solo con buenas ideas es posible convencer a un cliente de que, por ejemplo, compre una máquina de grabación visual urbana cuando lo que ha venido buscando es, simplemente, que le diseñemos un libro. La única manera de llegar a ello es probar y explorar nuevas formas por humildes que sean.
Desde la perspectiva de los profesionales españoles es complicado entender el concepto de humildad que maneja Karlssonwilker. Aunque por su estructura es un estudio mediano, incluso pequeño para lo que es una empresa internacional de esas características, sus clientes y la envergadura de sus trabajos lo colocan en una división a años luz de la de los estudios españoles. Compañías como Nike, Bloomberg, Time magazine, Diesel, Vitra, MTV, Nintendo, la Fundación Rockefeller e incluso clientes procedentes de otros países han recurrido a ellos para desarrollar ambiciosos proyectos. Tanto es así que es complicado saber cuál será la evolución en el futuro de un estudio como este que, sin necesidad de crecer, ha sido capaz de tantas y tan buenas cosas.
En muchas ocasiones ser un gran estudio supone una gran responsabilidad, lo que suele traducirse en una aversión al riesgo. Además, la especialización y la jerarquización de los procesos hace que el funcionamiento sea lento y rígido. Por eso, es difícil saber cómo va a evolucionar el estudio en el futuro. No es algo que dependa solo de nuestra voluntad o estado de ánimo actual, sino de las características de nuestra pequeña estructura y de las cosas que nos depare el futuro. En todo caso, entre las cosas que nos gustaría hacer y que todavía no hemos hecho está el sueño de Hjalti Karlsson de diseñar los títulos de crédito de James Bond. El de Jan Wilker es diseñar un póster. El que sea, cualquier tipo de póster siempre que sea en serigrafía y con veinte tintas.
Texto: Eduardo Bravo
Publicado en Visual 184