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Mel Ramos. Una estrella del Pop Art


Las diferencias generacionales son uno de los fenómenos más curiosos que estudia la antropología porque condicionan la manera en que las personas nos relacionamos con la cultura popular. No en vano, es muy distinto vivir en primera persona el nacimiento de una moda, que descubrirla décadas más tarde en televisión gracias a un revival patrocinado por una gran marca. Sin embargo, la influencia puede ser prácticamente la misma si los jóvenes dejan volar su imaginación, esquivan los prejuicios de su época y tienen curiosidad por bucear en el pasado. Esta disertación enlaza con mi flechazo adolescente por la obra de Mel Ramos a través de la portada del álbum Evil Empire de Rage Against The Machine a mediados de los años 90. Una imagen dulce e inofensiva que escondía una colección de canciones incendiarias. Más tarde, mientras estudiaba en la universidad, me enteré de que este artista había sido uno de los pioneros del Pop Art en los Estados Unidos, que sentía fascinación por los superhéroes de cómic y que se había codeado con otros ilustres representantes de ese movimiento artístico,
como Wayne Thiebaud o el mismísimo Roy Lichtenstein. Aunque su fama actual está cimentada en cuadros de mujeres desnudas que se mezclan de manera sugerente con objetos tan reconocibles como las chocolatinas Toblerone, las botellas de Coca-Cola o la icónica lata de sopa Campbell. Bienvenidos a un universo visual que ha derribado tabús sexuales más allá de las Pin-Up y ha creado su propia leyenda, incluso en plena era digital.
mel ramos

Le propongo remontarnos a los inicios de esta apasionante historia. ¿Recuerda cómo fue su juventud en Sacramento en los años 50 y cuándo descubrió su pasión por el arte?
Mi adolescencia en California fue muy normal porque practicaba las actividades más típicas con mis amigos, como podían ser el béisbol, el fútbol americano, el billar e incluso las carreras de coches. Me interesaba mucho la música de Dave Brubeck, Coleman Hawkins, Kai Winding y, en general, la de los grandes iconos del jazz. También me encantaban los temas de vocalistas consagrados, como Nat King Cole y Frankie Laine. Me matriculé a clases de arte en el C.K. McClatchy High School y fue una experiencia muy gratificante porque a mi profesor le gustaron tanto mis dibujos que me perdonaba los deberes si hacía los carteles para los eventos deportivos. En aquel momento me di cuenta de que todo eran ventajas. En el último curso del instituto organizaron unas jornadas sobre profesiones y vinieron diversas personas a hablar sobre las oportunidades laborales que había en el mundo del arte. Sin pensarlo demasiado, fui a la charla de Wayne Thiebaud y cambió mi vida.
Entonces se matriculó en el Sacramento State College para estudiar bellas artes. ¿Qué aprendió en aquella época que le haya resultado útil en su carrera profesional?
De mis años como estudiante universitario recuerdo, sobre todo, las horas que pasé en el taller de impresión haciendo litografías con otros amigos artistas, como Wayne Thiebaud, Jack Ogden, Patrick Dullanty y Larry Foster. Nos dejaban aquella aula para nosotros solos y nos pasábamos las tardes experimentado con la creación de imágenes. Cada uno tenía su propia piedra litográfica, aunque hoy en día la tecnología ha evolucionado mucho y esa técnica tradicional ha quedado completamente obsoleta.
Al principio de su carrera decidió mezclar el universo de los superhéroes con el estilo visual de la publicidad. ¿Sentía que estaba creando unas obras a contracorriente?
A principios de la década de los 60, me di cuenta de que mis pinturas basadas en el Expresionismo Abstracto no iban a ningún lado. Así que decidí pintar algo que me había apasionado cuando era un crío: un superhéroe de cómic llamado Superman. Luego hice Batman, Wonder Woman, Hawkman y muchos más. Un día leí un artículo sobre el galerista Leo Castelli en la revista Time donde posaba en una foto junto a un joven artista llamado Roy Lichtenstein, que hacía cuadros con imágenes inspiradas en el mundo del cómic. Aquellas obras me parecieron geniales y decidí mandarle una carta a Nueva York. Resulta que había recibido críticas negativas por su trabajo y yo le dije: “No abandones, se perseverante”. Después le mandé otra carta y me respondió que había un marchante de arte que apoyaba a jóvenes artistas. Su nombre era Ivan Karp y trabajaba para Leo Castelli. Contacté con él y me pidió que le mandara imágenes de mis creaciones. Luego me pidió varios originales y resulta que vendió un par.
El Pop Art surgió en 1960 y tuvo una existencia efímera, aunque su influencia se extendió por todo el mundo. ¿Cómo fueron las primeras exposiciones que se organizaron en los Estados Unidos?
El Pop Art de principios de los años 60 era tan escandaloso porque se basaba en unas imágenes completamente nuevas y suponía una amenaza para la escena establecida. Las obras de algunos artistas de Nueva York, como Roy Lichtenstein, Andy Warhol, Jim Rosenquist, Claes Oldenburg, Tom Wesselmann y George Segal, se expusieron en el Museo Guggenheim y el título de la muestra era Seis Pintores y el Objeto. Esta exposición viajó más tarde al County Museum of Art de Los Ángeles y en la galería contigua había trabajos de Ed Ruscha, Wayne Thiebaud, Billy Al Bengston, Joe Goode, Jim Dine y de un servidor bajo el título de Seis Más.
El término Pin-Up es un eufemismo para referirse a los desnudos artísticos y llevar este género al ámbito underground. ¿Se atrevería a definir su obra en términos de estilo?
Soy un gran admirador de Gil Elvgren. Hace años que colecciono su obra porque fue un artista maravilloso y tenía una técnica magistral. La gente acostumbra a catalogar mi trabajo como Pin-Up, pero detesto esa descripción porque llevo más de cinco décadas en el mundo del arte. A finales de los años 60 pintaba superhéroes, en los 70 me centraba en paisajes y en los 80 hacía retratos, hasta que empecé a interesarme por los desnudos femeninos y su relación con objetos comerciales. Esta temática se ha convertido en mi mayor fascinación durante treinta años, más o menos.
¿Se ha sentido alguna vez cuestionado o criticado por los sectores más retrógrados de la escena artística? Puede que su concepto de belleza haya levantado polémica en alguna galería.
Yo tengo mi propio concepto del buen gusto. Cuando pinto cuadros, no trato de crear imágenes que generen controversia o que puedan ofender a alguien a propósito. No soy esa clase de artista. Picasso hizo muchos dibujos eróticos… incluso hay gente que los considera pornográficos. Yo también me he adentrado algunas veces en ese género, pero solamente por diversión y para compartirlos con mis amigos artistas. No es mi intención cabrear a alguien por el hecho de ser demasiado obvio, demasiado descarado o demasiado accesible.
Por curiosidad, ¿qué proceso creativo sigue a la hora de pintar un cuadro de una mujer desnuda? Supongo que el ordenador ha sustituido a los tradicionales bocetos en libretas
Sigo haciendo dibujos y bocetos para tener claras las imágenes que quiero desarrollar en los cuadros. Aunque, en los últimos años, también he empezado a utilizar bastante el ordenador para dar forma a ciertas composiciones con la figura femenina como eje central. La llegada del Photoshop fue una auténtica revolución a la hora de estructurar las pinturas porque me permite trabajar con múltiples fotografías de referencia, elegir las que son más útiles y modificar la maqueta sobre la que dispongo los diversos elementos visuales. Por ejemplo, ahora puedo hacer cuatro o cinco versiones del fondo con distintos colores y entonces seleccionar el que más me gusta sin tener que volver a pintar el lienzo. Gracias a la tecnología, mi producción ha aumentado de manera exponencial. Últimamente estoy aceptando encargos porque los coleccionistas de arte me piden cuadros de sus esposas o de sus novias. Hace poco recibí una llamada de Pamela Anderson para hacerle dos retratos, aunque al final no me pagó por el trabajo. Me dijo que antes debía saldar sus deudas con el constructor de su casa y que, si lo deseaba, podía vender las obras. ¡Y lo hice! Perdió todo el respeto que le tenía.
Una de las cosas que más llama la atención de sus obras es el uso de logotipos y de objetos de marcas comerciales. ¿Ha tenido algún tipo de problema legal con esas empresas?
Me gusta poner imágenes icónicas de la cultura popular en mis cuadros, ya sean fotos de revistas o cosas que encuentro por Internet gracias a Google. Lo que más me interesa es que sean imágenes bien diseñadas (como el logotipo de Coca-Cola o los envoltorios de ciertas marcas de caramelos), con la intención de que sean un buen soporte para mis creaciones. Respondiendo a tu pregunta… los directivos de la sede de Coca-Cola en Atlanta no aceptaban que mezclara su famoso logotipo con mujeres desnudas. Sin embargo, cuando les dije que mis exposiciones en Europa estaban patrocinadas por la filial de la marca en ese continente, no volvieron a quejarse nunca más.
Actualmente vive en Oakland (California), pero pasa todos los veranos en Horta de Sant Joan (Tarragona). ¿Cuándo descubrió la magia de ese pequeño pueblo en las montañas?
En 1972 me propusieron organizar una exposición en la galería de Bruno Bischofberger en Zúrich. Tengo varios amigos artistas en esa ciudad y me comentaron que iban de viaje a Barcelona para buscar casas que estuvieran bien de precio. Me invitaron a ir con ellos, así que alquilamos un coche y visitamos algunos pueblos de Cataluña. Entonces yo tenía pocos ahorros y decidí comprar una casa en Horta de Sant Joan. No podía imaginar que eso me cambiaría la vida para siempre. Con el paso de los años, compré dos casas más, una de ellas en el pueblo de L’Ampolla, muy cerca de la playa.
Para terminar, una pregunta de ciencia ficción: si tuviera una máquina del tiempo ¿a qué época le gustaría viajar y a qué personaje histórico le gustaría conocer?
Si pudiera viajar en el tiempo, me encantaría tener una larga conversación con Caravaggio y Diego Velázquez en 1617 para saber más cosas sobre el tratamiento de la luz en sus cuadros.

Texto: David Moreu. Imágenes cedidas por Mel Ramos. Web del artista: www.melramos.com

Publicado en Visual 186

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