MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

Rébecca Dautremer.
Ilustración sin límite de edad


51dlamilca peonzaTradicionalmente, las ilustraciones han sido el complemento clásico de los libros infantiles, por considerar esta disciplina un arte menor en comparación con la pintura. En los últimos tiempos la ilustración ha conseguido elevarse a la altura de cualquier otro arte. Un hecho que ha permitido que profesionales, lectores y editores apuesten por esta forma de expresión. La ilustradora Rébecca Dautremer es uno de los casos que mejor ejemplifican este acertado cambio de paradigma. Publicado en Visual 157


El mundo de la ilustración infantil tiene en Rébecca Dautremer una de sus ilustradoras más destacadas. Una suerte que surgió por casualidad, después de que Rébecca, cuya carrera discurría por los cauces del diseño gráfico y la fotografía, decidiera apuntarse a unos cursos de ilustración. Tras esa primera toma de contacto, llegaría la Escuela Nacional Superior de Artes Decorativas de París y su profesionalización como ilustradora, labor que compagina con la realización de carteles, trabajos para publicidad o animaciones.
“Llevo dibujando desde hace quince años. Primero comencé con libros para niños y poco a poco fui ampliando la edad”, explica Rébecca, cuyas complejas y elaboradas ilustraciones no son aquellas que el público infantil acostumbra a encontrar en los libros que se editan para ellos.
“No me gusta la idea de tratar a los niños como si fueran tontos, pero tampoco es mi intención hablar a los niños como adultos –continúa–. Es verdad que mis dibujos pueden ser vistos como para adultos porque son muy sofisticados, tienen muchos detalles, pero eso no es representativo, porque los niños pueden ver tantos detalles como los adultos. Lo que sí es cierto es que me permito algunas libertades como dibujar personajes tristes, o algunos que incluso llegan a morir, pero no creo que eso vaya a traumatizar a un niño”.
De lo que no hay duda es de que ese estilo atrae a los adultos, algo de lo que Rébecca es consciente y cuyo interés satisface con guiños o referencias que escapan a los más pequeños, pero que gustan a sus mayores, como carteles de estrellas del cine mudo de la talla de Harold Lloyd pegados en la casa de uno de los personajes de Alicia en el país de las maravillas, recientemente ilustrado por Dautremer.
“Antes de enfrentarte con el reto de ilustrar a Alicia, uno se pregunta por qué hacer una nueva versión de Alicia cuando ya hay mil versiones ilustradas. Es cierto que hay muchos libros anteriores que adaptan esa obra, pero no me he fijado en ellos; he hecho la Alicia que quería hacer. Tampoco he querido innovar o renovar el clásico porque, en ocasiones, cuando uno toma esas decisiones, acaba cayendo en el ridículo. Con este tipo de libros clásicos, me sucede como a los niños, que les encanta ver una misma película cincuenta veces. Evidentemente, me gusta lo inédito, pero disfruto mucho sumergiéndome en lo clásico, y eso es lo que he hecho con Alicia”.
Aunque atenta a lo inédito y a lo innovador, lo cierto es que Rébecca no se deja deslumbrar por lo nuevo únicamente por su carácter novedoso. En su trabajo aún conserva las técnicas clásicas del dibujo, utilizando el ordenador únicamente para retocar algún detalle o montar alguna imagen que esté compuesta por diferentes dibujos. Lo mismo sucede con lo que se refiere a las nuevas tecnologías relacionadas con el libro.
“Estoy abierta a las nuevas tecnologías. La idea del libro electrónico me gusta, me parece interesante. Las imágenes quedan muy bonitas en digital, pero aún no he visto proyectos digitales que me hayan dejado pasmada. Lo único que existe ahora mismo son adaptaciones de libros de papel a los que se incorpora alguna animación o sonidos. Personalmente me siguen gustando mucho los objetos que hacen los editores, especialmente ahora, que tienen mucho cuidado al escoger los papeles, los acabados, que se preocupan de la calidad de la impresión, de hacer portadas muy llamativas o desplegables en el interior. Por eso puedo decir que sí que me interesa el libro electrónico, pero aún no he reflexionado mucho al respecto”.
Además de adaptar textos clásicos como el de Lewis Carroll, recientemente publicado en nuestro país por Edelvives, Dautremer acostumbra a trabajar con autores vivos, por ejemplo, su marido, con los que, lógicamente, se establecen otro tipo de relaciones creativas.
“Trabajo principalmente con mi marido y con Philippe Lechermeier. Con este último, nuestro método de trabajo es que primero se escriba el texto y, posteriormente, se realicen las ilustraciones pero, a la hora de hacerlas, siempre puedo sugerir cosas, pedir que se cambien partes para que gane la ilustración. Eso es imposible de hacer con un autor muerto que, aunque es cierto que no molestan con sus imposiciones, también lo es que limitan la creatividad, porque el trabajo se circunscribe a ilustrar en el sentido más clásico. En el caso de mi marido, lo más interesante es que nos imaginamos el libro juntos. Decidimos el libro que queremos hacer entre los dos y lo vamos construyendo de la nada. Es un proceso creativo muy diferente al resto, pero me encanta”.

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