MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

Robbie Simon. La probabilística del color y la geometría imperfecta


Estar en el lugar adecuado y en el momento oportuno resulta esencial para encontrar la vocación e incluso para tomar algunas de las decisiones más importantes de la vida. Nada ni nadie puede garantizarnos el éxito profesional, pero la libertad de movimiento es un buen punto de partida para atreverse con cualquier aventura.
Por muy inverosímil que parezca. El diseñador gráfico californiano Robbie Simon huyó del colapso medioambiental de Los Ángeles, vivió intensamente en San Francisco antes de que se impusiera la gentrificación (por culpa del auge de las empresas de Silicon Valley) y hoy se ha convertido en uno de los grandes referentes creativos de la escena musical y de surf en la costa oeste de los Estados Unidos. Más que una entrevista, os invitamos a un viaje apasionante a través de sus carteles para bandas de rock, de su pasión por la tipografía y del rechazo a Internet para consolidar una creatividad sin filtros. Todo lo demás son desayunos que se alargan hasta el mediodía y buenas olas.

Naciste en California y te criaste en un ambiente familiar muy marcado por el deporte. ¿Cuándo surgió realmente tu pasión por el arte?
Crecí en Huntington Beach, un pueblo costero en el sur de California. Mi infancia y mi educación, hasta llegar al instituto, estuvieron centradas en los deportes. Mi hermana y yo practicábamos al menos tres y mi padre siempre ha trabajado en la industria del tenis. Me embarqué en este viaje hacia el mundo del arte en los últimos años de la adolescencia porque, antes, me parecía una carrera profesional tan lógica como convertirme en astronauta. En aquel momento llevaba mucho tiempo editando videos, estaba obsesionado con una copia pirata de Photoshop y, en general, buscaba salidas creativas en todos los sitios donde podía. Sin embargo, esas aficiones nunca pasaron de ser un simple pasatiempo. Al final me dejé llevar y acabé estudiando diseño gráfico en la universidad porque tuve que elegir una especialización y eso me pareció suficientemente interesante como para terminar la licenciatura. Cada paso que he dado desde entonces me ha demostrado, poco a poco, que esto es lo que debo hacer con mi vida.
Te matriculaste en la Universidad Estatal de San Francisco y en una entrevista dijiste: “Elegí la ciudad por encima de la calidad de la educación”. ¿Estabas interesado en su legado cultural?
Sinceramente, nunca había pensado demasiado en San Francisco antes de trasladarme allí. Mi motivación era tan simple como querer ir a otra gran ciudad lo más rápido posible. Los Ángeles no me gustaba y sentía que Nueva York estaba demasiado lejos. Creo que tuve suerte y fue una decisión increíble. En aquellos días era un lugar fabuloso… la veía como una ciudad acogedora, pero interminable al mismo tiempo. Tan pronto llegué, conocí a varias personas que se han convertido en amigos muy importantes, y sentí que vivía por primera vez de manera plena. Una vez instalado, tuve que aprender la historia de la ciudad para apreciarla en su justa medida. Siempre ha sido un lugar mágico y es una pena lo que ha sucedido en los últimos años. La industria tecnológica ha arruinado San Francisco y le ha quitado la vida. Visto en perspectiva, me siento afortunado del tiempo que pasé allí.
Algunas de tus obras más famosas han sido encargos para la banda de rock Allah-Las. ¿Crees que su sonido se ha convertido en un referente de la nueva escena musical de la costa oeste?
Trabajar durante tanto tiempo con los Allah-Las ha sido una bendición. Éramos amigos mucho antes de que sus miembros empezaran a tocar e incluso recuerdo haber pensado: “¿Estáis seguros de que queréis montar una banda de rock?” ¡Como es lógico, me demostraron que estaba equivocado! Cuando comenzaron a tener éxito, le dieron a mi trabajo una plataforma de difusión increíble y siempre les estaré agradecido por ello. Siendo buenos amigos, era evidente que teníamos gustos similares. Entonces pude ayudarlos a crear una imagen gráfica distinta y de la que todos nos sentimos muy orgullosos. Es difícil decir si existe una escena musical o no en la costa oeste, pero es evidente que hay muchos artistas con talento frecuentando los mismos lugares. Por ejemplo, Tim Hill y Mapache tienen un vínculo realmente hermoso que encaja muy bien con los Allah-Las. Creo que esto ha favorecido una conexión muy natural entre personas con ideas afines.
Muchos artistas y diseñadores gráficos han colaborado con grupos de rock a lo largo de las décadas. ¿Tiene algo que ver con el hecho de compartir un concepto similar de libertad creativa?
¡La libertad es la palabra clave! El trabajo perfecto siempre implica tener libertad creativa y que provenga de alguien a quien respetas. Puede ser una marca o una banda, aunque en contadas ocasiones es la primera de estas dos opciones. La base de cualquier trabajo relacionado con el mundo de la música consiste en expresar el sonido a través de imágenes. Se trata de un desafío muy divertido. Los artistas y los diseñadores gráficos son “traductores” de oficio y eso siempre resulta más efectivo cuando te importa el sonido con el que estás trabajando.
Un elemento muy destacado de tus logotipos y carteles de conciertos es la tipografía.
Experimentar con la tipografía se ha convertido en una de las cosas que más me gustan de mi trabajo como diseñador gráfico. Puedes añadir mucha información a una sola palabra o a un nombre simplemente con el tamaño, el color y la distorsión que aplicas a las letras. De la misma manera que un color puede cambiar el estado de ánimo o la sensación de cualquier cosa, una fuente puede cambiar por completo la interpretación de una palabra. Los logotipos funcionan de manera similar a la tipografía porque su objetivo consiste en agrupar mucha información en el menor espacio posible. Además, tienen una función diferente a la de los carteles y los cuadros. Deben ser económicos y eficientes en su presentación, sin olvidar que es necesario que se adapten a una enorme variedad de escenarios distintos.
Por cierto, ¿cómo es una jornada de trabajo habitual en tu estudio de Los Ángeles?
Acostumbro a empezar con largas mañanas antes de entrar en el estudio hacia el mediodía y entonces trabajo hasta muy tarde. El tráfico es tan malo en Los Ángeles que levantarse temprano y enfrentarse al trayecto hacia el estudio no tiene sentido si no es estrictamente necesario. Por este motivo me gusta disfrutar de las mañanas preparando el desayuno, paseando al perro, cuidando un poco el jardín y tomando un café con amigos antes de ponerme a trabajar. Me encanta sentir que ya he tenido un día agradable y relajado antes de responder a correos electrónicos o de estresarme por cualquier tema en el estudio. El trabajo siempre va cambiando porque tengo la suerte de hacer cosas nuevas constantemente. La gran mayoría de mis proyectos son rápidos y simples, pocas veces requieren más de una semana. Por este motivo acostumbran a surgir propuestas originales y diferentes.
Al principio de tu carrera montaste una imprenta llamada Feeling Physical para crear tus propios libros.
Me encantaría producir más proyectos a través de Feeling Physical y espero retomar esta actividad en algún momento. La idea de montar la imprenta surgió cuando tomé la decisión de establecerme profesionalmente por mi cuenta porque entonces tenía mucho tiempo libre para ser creativo.
En los últimos años también te has dedicado a realizar grandes murales. ¿Cómo describirías estas experiencias fuera del estudio?
Los murales son una especie de proyecto definitivo. Siempre están ubicados en lugares concurridos, hay mucha gente andando a su alrededor y te permiten ver tu trabajo en un tamaño mucho más grande de lo que jamás imaginaste. Realizar murales se ha convertido en una de mis actividades favoritas y el resultado acostumbra a ser muy satisfactorio. Afronto su creación del mismo modo que una pintura. Por supuesto, el contexto y el espacio son condicionantes que debes tener muy presentes a la hora de prepararlos. Aunque, al final, se trata de crear una obra de arte potente, que tenga entidad propia y que aporte un valor añadido al entorno.
Teniendo en cuenta el avance imparable de la globalización, ¿qué cosas te inspiran para encerrarte en el estudio y embarcarte en nuevos proyectos?
El mundo parece muy grande y muy pequeño al mismo tiempo. Es sorprendente ver con qué facilidad las imágenes y las ideas pueden viajar de manera instantánea, haciendo que todo esté al alcance de tu mano y parezca accesible. ¡No te negaré que es emocionante! Pero, al mismo tiempo, Internet resulta desbordante con tantos contenidos, ideas, artistas, músicos y cosas para comprar más cosas para que la gente pueda guardarlas en sus casas. Todo queda enterrado en medio de esta avalancha. Las ideas y las estéticas se reproducen infinitamente y resulta imposible destacar como individuo. Para equilibrar todo esto, he tratado de mantenerme alejado lo máximo posible. Encuentro más paz y calma limitando las influencias que me llegan y centrándome solo en lo que estoy haciendo. Me esfuerzo mucho para evolucionar y mejorar mi trabajo, pero no quiero saber qué está haciendo el resto de la gente. No es que no me importe, sino que quiero reducir el ruido y el caos de la vida moderna.
¿Qué puedes contarnos sobre tu pasión por el surf?
El surf es la mejor válvula de escape que he encontrado para el estrés. Cuando es bueno, es lo mejor. Siempre he dicho que el surf es perfecto en todos los sentidos, con una única excepción: los otros surfistas. Los lugares decentes para practicarlo en Los Ángeles se llenan demasiado y el trayecto desde donde trabajo y vivo puede ser largo y complicado. Eso hace que no merezca la pena ir algunos días. Pero, afortunadamente para nosotros, aquí tenemos un clima excelente durante todo el año y hay algunos rincones en Malibú que son tan hermosos como cualquier otro lugar emblemático y con buenas olas en el resto del mundo.
Para terminar la entrevista, una pregunta de ciencia ficción: si tuvieras una máquina del tiempo ¿a qué época te gustaría viajar y a qué personaje histórico te gustaría conocer?
Es una pregunta difícil y creo que la respuesta depende de cuánto tiempo disponga para el viaje. Sin duda, iría directamente a ver una de las actuaciones del circo en miniatura hecho a mano que el escultor Alexander Calder exhibió en apartamentos de varias personas durante sus primeros años de carrera. Por supuesto, me gustaría ver los dinosaurios. Hay miles de bandas a las que me gustaría ver en directo. Sueño con visitar lugares como Hawái antes de que el hombre dejara su huella. Pero para darte una respuesta simple, si tuviera solo un día, me encantaría pasar 24 horas en la Adamson House, el primer edificio construido en Malibú en 1929. Entonces solo se podía acceder a él en barco y está situado en frente de una de las mejores olas del mundo. No puedo imaginar un lugar más tranquilo en la Tierra. (Publicado en Visual 203)

Texto: David Moreu / Imágenes cedidas por Robbie Simon / Web del artista: https://robbiesimon.com

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