MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

El estatuto de artista


Especialmente interesante es el artículo de Javier González sobre el estatuto de artista en este número de Visual. Puede mejorar las condiciones laborales de algunos ilustradores, y dependiendo mucho del sector en que se muevan. A los diseñadores, apenas les puede suponer algún cambio en ocasiones contadas. Los diseñadores gráficos nunca hemos querido considerar nuestro trabajo como arte. Se dan circunstancias aberrantes, por ejemplo, que en las reproducciones de libros autor, editor, ilustrador y traductor repartirán unas migas que ni por asomo verá pasar el diseñador de la cubierta, mucho menos el de las tripas. Agradézcanselo a VEGAP y a los diseñadores que han sido nuestros valedores en la entidad de gestión (básicamente, Alberto Corazón y Manuel Estrada, aunque haya habido alguno más).
Tampoco CEDRO ha considerado nunca que el diseño forme parte de la autoría de la obra. El diseñador gráfico, a diferencia del industrial, muy pocas veces ha querido reivindicar sus derechos de reproducción de la obra, y las más de las veces renuncia en favor del cliente cualquier prebenda en segunda instancia que, con una buena argumentación, podría poner sobre la mesa: siempre hemos querido cobrar bien nuestro trabajo, y olvidarnos de él.
No nos lamentemos necesariamente por ello. Al contrario. No está claro que los derechos de autor sean la mejor idea para la remuneración de los artistas. Lo que se les paga por derechos, se le quita de honorarios: el escritor no cobra por escribir el libro, sino por lo que sea leído. Nadie diseña un envase, una campaña, o una web esperando a cobrar según la mermelada sea un éxito, la campaña aporte unos datos de eficacia satisfactorios o la web reviente las estadísticas de tráfico. Los diseñadores desde siempre hemos vendido “piezas”. Eso nos ha ahorrado muchos dolores de cabeza. Incluso muchas horas de juzgado y muchos honorarios de abogados, pregúntenle a cualquier diseñador de producto si no nos creen.
En esta renuncia a los devengos, hemos argumentado siempre nuestros honorarios. Y tradicionalmente no nos había ido mal. Si ahora la situación es peor, no tiene que ver con esto, sino con modelos económicos de los que no escapamos nadie.
Pero este enfoque, el haber asimilado así nuestra actividad, ha tenido costes. Para nosotros, y esta revista lleva denunciándolo décadas, ha sido el de despojarla o permitir que la despojaran de una manera obscena de su carácter cultural. Plantear el diseño sólo como una actividad y herramienta económicas lo ha hecho prescindible. Formar parte de una estrategia tiene el peligro de que la estrategia puede tirarte por la borda cuando cree que ya no eres útil. Por eso el diseño está hoy fuera de cualquier planteamiento de promoción institucional… ¿qué necesidad hay? es mucho más interesante inyectar recursos directos a cualquier sector económico que al diseño para ese sector. El diseño para la política es un floripondio en la solapa: eso que sólo sirve para ir de boda, y aun así, puedes no ponértelo. Tenemos ejemplos todos los días, pongamos uno: la marca España cuando se creó tuvo como bandera que no utilizaría un identificativo o marca gráfica, que no hacía falta. Y así les fue. Pocas veces una estrategia de imagen ha fracasado tanto en tan poco tiempo. Tanto, que ha habido que renunciar a ella, cambiándola de nombre y de esencia. Se decide que será más política, y se le da el nombre de España Global. Y el día de su presentación, se acompaña de un vergonzante isotipo, más propio de un call center o una empresa de mudanzas. No nos quedó claro si para justificar tan feo pendón o por apuntarse un tanto de eficacia, Irene Montero –esta vez, la responsable es política–, se apresuró a afirmar que el diseño les había salido gratis. ¿Imaginan ustedes que un ministro de fomento se vanagloriara de que una carretera Florentino Pérez se la hubiera hecho sin cobrar? Ni cinco minutos tardarían la fiscalía anticorrupción y el tribunal de cuentas en iniciar sendas investigaciones de oficio… no le demos más vueltas. Sigamos en el esfuerzo de dignificar lo que hacemos, a la espera de que algún día alguien se dé cuenta de ello. Publicado en Visual 197

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