MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

Dirty Harry.
Susurrando un tango a un oso de peluche


manzanaMuchas veces se habla de la influencia que tuvo la ilustración en el mundo del rock durante su época de esplendor, cuando las portadas de los discos se veían como obras de arte y los mensajes de las canciones podían movilizar a los jóvenes en todos los rincones del mundo para oponerse a guerras absurdas y discriminaciones raciales. Pero la gente no sabe que esa influencia también fue hacia el lado opuesto y que varias estrellas se dejaron seducir por la capacidad expresiva del arte visual. Evidentemente, ese sueño de colores lisérgicos y formas vanguardistas terminó con la revolución digital y han tenido que pasar cientos de modas para que algunos músicos recuperen sin prejuicios la técnica del dibujo artesanal. Éste es el caso de Dirty Harry, uno de los miembros de la banda Clint, que se ha convertido en una presencia habitual de las redes sociales con sus pequeñas obras naíf y ese inconfundible lettering hecho a mano alzada que nos remueve la conciencia al abrir Instagram. Una historia fascinante aliñada con transportes públicos, música instrumental y sueños inconfesables. Publicado en Visual 168



Antes de empezar a hablar sobre ilustraciones, me gustaría que nos remontásemos a tu primera gran pasión que es la música. ¿En qué momento surge esta afición?
Mi familia tiene una gran tradición musical, incluso recuerdo que de pequeño veía a mi abuelo tocar el trombón y fue algo natural que mi hermano y yo empezáramos a estudiar música a los 8 años. Evidentemente, –acabé montando con él, con mi compañero de percusión y con uno de mis mejores amigos– una banda instrumental llamada Clint. Me gusta decir que somos un grupo muy familiar porque nos conocemos desde hace más de veinte años y tocar juntos es una de las mejores cosas del mundo. Hace poco leía que se ha suprimido la educación musical en primaria… supongo que los que toman estas decisiones no se dan cuenta de que las artes plásticas nos hacen ser personas mucho más sensibles. De verdad que esto me indigna.
Clint es un merecido homenaje al señor Eastwood y al cine negro de los años 70. ¿Crees que desde entonces se ha perdido algo por el camino en el mundo del arte?
Muchas cosas de mi vida giran entorno a este actor e incluso Dirty Harry es el nombre artístico que elegí como dibujante. Piensa que sólo trabajo con papel, lápiz y rotulador y quizás me siento más identificado con la forma de ilustrar de los años 70 que con las técnicas actuales en las que todo se hace por ordenador. Hoy el resultado nunca tiene errores, porque cuando lo haces a mano no tienes la opción de Control Z para deshacer un trazo. Soy un defensor de la creación analógica, tanto en la música como en la ilustración, y con la llegada de los ordenadores creo que perdimos esa parte humana que tienen los trabajos artesanales. Afortunadamente, vivimos una nueva explosión de la creación manual, quizás por culpa de la saturación digital, y ojalá siga así durante mucho tiempo.
Hace dos años decidiste lanzarte a dibujar, sin imaginar que este hobby cobraría tanta relevancia. ¿Cómo empezaste a crear ilustraciones y qué motivación había detrás?
Todo empezó con el tercer disco de Clint porque decidimos que molaría mucho que algún ilustrador hiciera la portada en blanco y negro. Pero como lo auto-produjimos y apenas teníamos presupuesto, decidí hacerlo yo mismo. Después dejé los lápices, aunque me había flipado tanto la experiencia que, hace dos años, decidí empezar a hacer un dibujo cada día de camino al trabajo, porque era el único momento en el que tenía 12 minutos de ida y 12 minutos de vuelta para dedicarlos a lo que quisiera. Nunca antes me había planteado dibujar de manera continuada y pensé que abandonaría en un par de semanas, pero resulta que llené mi primera libreta y después vino la segunda, la tercera y ya voy por la octava, con más de 400 dibujos. La motivación sigue siendo hacer cosas creativas, sentirme vivo y, sobre todo, divertirme.
¿Podrías explicarnos qué técnicas de ilustración utilizas habitualmente en esos breves trayectos en transporte público hacia el trabajo?
Utilizo la misma técnica desde el primer día. Entonces cogí los lapiceros de las peques, un borrador y un rotulador y así es como continúo trabajando. Siempre llevo un lápiz 2h y los rotuladores que compro en la tienda de debajo de mi casa. Además, cada dibujo que hago, salvo algunas excepciones, sigue el mismo proceso: trazo el boceto a lápiz en el trayecto de tren o de autobús y rótulo en la cocina mientras las peques cenan. Realmente, estos son los únicos dos momentos del día que puedo dibujar tranquilo. Me gusta que las ilustraciones tarden de 30 a 60 minutos en realizarse y, aunque a veces me encantaría dedicarles más tiempo, no quiero perder la costumbre de hacer una pieza diaria.
En tu web comentas que tus obras se ordenan cronológicamente por libretas Moleskine. ¿Cómo recuerdas los primeros dibujos y qué feedback recibiste de la gente?
La primera era un cuaderno con páginas amarillentas y líneas. Rápidamente me di cuenta de que éstas ensuciaban mucho los dibujos y pasé a Moleskines normales con hojas blancas. Al principio eran dibujos muy naif e incluso tenían errores porque entonces no controlaba bien los trayectos en tren y hay ciertas zonas en la ruta en las que no puedes dibujar por culpa del movimiento. Desde hace cinco meses voy en autobús y esto es un hándicap porque resulta más difícil controlar los frenazos. Cuando empecé, el feedback era casi nulo porque tenía pocos seguidores en Instagram y nunca imaginé que a nadie le importaría lo que hacía. Tardé casi un año en tener comentarios frecuentes y personas que me dieran un like diario. Siempre que se añade alguien nuevo a mis redes, me pregunto cómo habrá llegado a mí.
¿Cómo definirías tu estilo de ilustración después de dos años de trabajo constante? ¿De dónde surge la inspiración?
Me resulta difícil analizar mi estilo porque nunca he estudiado diseño y no estoy puesto en corrientes artísticas. Quizás esa falta de teoría sea una de las partes que definen mi obra, porque nunca me veo encorsetado por reglas o formalismos y tan sólo dibujo por el simple placer de hacerlo. Puede que sea la unión de esta pasión y la simplicidad del trazo lo que define mi estilo. Aunque en estos dos años he evolucionado en la técnica porque ahora hago cosas que antes no me hubiera atrevido a probar. La inspiración viene de muchos sitios y, mayoritariamente, la encuentro en la calle y en sus gentes, en las frases que oigo en el transporte público, en el mercado mientras compro y también en Internet.
Tu obra tiene una fuerte presencia en las redes sociales, sobretodo en Facebook e Instagram, donde te sigue mucha gente. ¿Qué te atrae de estos nuevos medios de difusión?
Las redes sociales han democratizado el arte porque ahora todos podemos mostrar nuestras creaciones y, al mismo tiempo, ser jueces y seguidores de aquello que nos gusta. Ya no es necesario que nadie dicte nuestros gustos y existe la posibilidad de que alguien al otro lado del mundo te siga de manera incondicional. Algunos creadores reniegan de las redes sociales y creo que es un error porque hay que verlas como una extensión de tu marca artística. De hecho, son tus seguidores quienes se encargan de hacer llegar tus obras a sitios que nunca habrías imaginado. Por ejemplo, una amiga venezolana en el exilio me pidió que hiciera un dibujo para su causa y yo le mandé uno con la frase: “Mi mama me enseñó a luchar”. Esa obra se movió tanto por las redes sociales, que se convirtió en uno de los lemas principales en las recientes manifestaciones en diversas ciudades del mundo. ¡Incluso hicieron camisetas!
Ahora que lo comentas, tus ilustraciones se caracterizan por sus mensajes a quemarropa. ¿Crees que el arte aún tiene la capacidad de cambiar las cosas que nos rodean?
Últimamente me centro más en el mensaje que en la ilustración. Intento lanzar frases que hagan reflexionar a mis seguidores y crear conversaciones en mis muros sociales, donde cada uno exponga su visión de esos temas. La palabra es el arma más poderosa que tiene la sociedad y en estos tiempos que corren creo que tiene una gran importancia. Además, si la conjugas con una buena ilustración, se hace todavía más poderosa. Siempre se dice que una imagen vale más que mil palabras y yo opino que si a una frase potente le das una buena ilustración o lettering, entonces valdrá muchísimo más. Por este motivo tengo en mente el proyecto de hacer carteles de manifestaciones ilustrados y ya estoy recogiendo frases de las protestas a las que voy para crearlos con mi estilo.
A pesar de que hace poco tiempo que dibujas, ya has recibido diversos encargos comerciales. ¿Afrontas de manera distinta estos trabajos y tus creaciones personales?
La mayoría de clientes llegan después de haberme seguido en la redes sociales y saben que mis ilustraciones tienen la finalidad de despertar una sonrisa y hacer reflexionar a la gente. Supongo que esas sensaciones que experimentan cuando ven mis dibujos es lo que quieren trasladar a sus campañas. Aún así, afronto las obras comerciales de manera distinta a las personales porque cuando trabajas para un cliente entra en juego otra parte en la ecuación y, aunque siempre te piden que mantengas tu estilo, creo que debes hacer de psicólogo para entender bien lo que necesitan. Y, a veces, resulta complicado entrar en sus cabezas. Por esta razón intento seleccionar bien mis trabajos, porque si después de conocernos no tengo una buena sensación, entonces prefiero no seguir adelante con el encargo.
Música e ilustración han tenido una estrecha relación a lo largo de la historia. ¿Crees que éste es uno de los campos donde hay más experimentación?
Hasta hace poco tiempo, las portadas de los discos hacían que alguien como yo los comprara para escucharlos porque quería tenerlos en casa sólo por esas imágenes. No sé si es un campo donde hay más experimentación, pero gracias a la relación que han tenido la música y la ilustración existe más creatividad en las obras y en el packaging de los álbumes. Aunque ahora, con la crisis de la industria discográfica, se cuidan mucho menos los acabados. Desde el punto de vista del ilustrador, cualquier trabajo relacionado con esta escena es un premio, porque tienes la suerte de inspirarte no solo con lo que te rodea, sino también con las canciones del álbum o con la banda a la que tienes que hacerle un cartel.
Clint es un grupo instrumental y vuestras canciones son como un lienzo en blanco en el que podemos dejar volar la imaginación. ¿Qué imágenes te inspiran a la hora de componer un tema o de coger los rotuladores para dibujar?
Siempre he sufrido cierto síndrome de “Diógenes visual” porque guardo folletos, revistas, colores, tipografías y, desde hace unos años, capturo en mi móvil cientos y cientos de imágenes y sonidos porque son una herramienta indispensable para mi trabajo. No en vano, siempre llevo el Smartphone conmigo, junto a mi Moleskine, y así puedo buscar la inspiración en cualquier momento, tanto para dibujar como para componer. Una imagen idílica sería Honolulú porque, más allá del lugar físico, para mí tiene un significado relacionado con el descanso, la paz y el relax. Cuando estoy estresado, me gusta imaginarme tumbado en la arena, escuchando las olas y me relajo sólo con pensarlo…
¿Qué planes tienes para este año, tanto en la faceta musical como en la vertiente artística? ¿Algún sueño inconfesable que esperas que se haga realidad?
En la vertiente musical, los planes para este 2014 pasan por componer y grabar el nuevo disco de Clint. De hecho, ya hemos empezado a trabajar, así que espero que en breve tengamos todas las canciones y nos lancemos al estudio. En la vertiente artística, creo que soy más mundano. Quiero seguir dibujando cada día y no perder la pasión por ilustrar en mis queridas Moleskines. También me gustaría colaborar con otros artistas, experimentar con varios formatos y atreverme con técnicas diferentes. ¡Un sueño inconfesable sería poder volar!

Texto: David Moreu
Web del artista: www.dirtyharry.es

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