MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

Rosalía, la diosa de la Diseñología


La vertiginosa ascensión de Rosalía ha venido jalonada de diversas polémicas que, no solo no han conseguido frenarla, sino que han multiplicado su presencia en las redes sociales. Rosalía cuida su música, su baile, su vestuario, sus uñas, los videos, la fotografía, el repertorio, el sonido y la puesta en escena pero no da la impresión de que se haya definido en cuanto al diseño gráfico y por esta razón, no se ha visto involucrado directamente en este fenómeno social. De todos modos, es un tema atractivo que nos incumbe por la supuesta relación de su éxito con el marketing.
rosalia
La carrera de Rosalía tiene épocas bien diferenciadas, estuvo unos años en segundo plano mientras actuaba para proyectos de la Fura dels Baus, el Taller de Músics o el combo de Diego Cortés. Ya en solitario, intentó consolidarse como cantaora flamenca, mediante actuaciones en Casa Patas o la Bienal de Sevilla. De todas esas épocas hay videos que lo atestiguan, Tarantas con Alfredo Lagos, Granaínas con Marc López y Soleares con Juan Ramón Caro indican, sin lugar a dudas, que conoce el repertorio flamenco y lo interpreta con una rara cualidad, no por exótica o extraña sino por escasa, ya que se inscribe en una corriente preciosista, que recibía el nombre de cante bonito, por no meternos en mayores jonduras. Al ser una forma antigua de cantar, anterior al camaronismo e incluso al mairenismo, que son las dos escuelas más en boga, los que se aficionaron al flamenco con estos dos artistas no reconocen su forma de cantar ni gran parte de su repertorio. Que nadie dude de que Rosalía sabe cantar flamenco porque lo ha estudiado a fondo en la Escola Superior de Música de Catalunya (ESMUC) como también llevó a cabo proyectos rumberos con el Taller de Músics, los dos centros docentes más prestigiosos de Barcelona. El que no sabía escuchar era el aficionado, a no ser que hubiera profundizado en la llamada segunda Edad de Oro del cante, ese era el tipo de cante que triunfaba durante la II República y la década anterior. Como los aficionados de tan buen paladar escasean, la muchacha no pudo cumplir su sueño de triunfar en el flamenco.
Su asociación con Refree vino precedida por las colaboraciones de este guitarrista con dos grandes artistas, Silvia Pérez Cruz y Rocío Márquez. La idea es conseguir un público fuera de los confines del flamenco, es decir, cantar para aquellos a los que no les gusta el género. Su colaboración con CTangana le permitió constatar que podía triunfar también por otros derroteros. Esa búsqueda de espacios denota que Rosalía no es un producto de marketing tan sofisticado como sus detractores le achacan. Ningún ejecutivo podría haber planificado su lanzamiento en base a un CD anticomercial como Los Ángeles, confiando el acompañamiento a un guitarrista tan poco curtido en el terreno abonado por Vicente Amigo, Niño Josele o Rafael Riqueni, por citar tres de la ingente cantidad de tocaores excepcionales que enriquecen el Flamenco.
El Mal Querer es un disco genial precisamente porque contiene la verdadera esencia de una mentalidad creadora, con talento, con experimentación, con plena confianza en sus propias posibilidades y hay que reconocerle que triunfó con sus propias producciones y su particular concepto de que lo nuevo y lo viejo, lo propio y lo extraño, lo conocido y lo desconocido deben interactuar para potenciarse mutuamente y alcanzar un estilo personal, que ha conquistado el mundo. Fue después de eso cuando vino su contrato con la multinacional Sony y llegaron los reguetones, más o menos aflamencados, que han arrancado a Rosalía de los brazos de la madre flamenca que la amamantaba, abriendo un futuro incierto en la música urbana de baile.
Se diría que Rosalía no ha hecho más que pisar juanetes desde que irrumpió en el mundo de la farándula, un territorio que no es tan dado a la bohemia y el mestizaje como parecía. Cada uno protege su parcela contra el intrusismo de una artista que puede permitirse el lujo de transgredir todo lo que toca porque cuenta con el apoyo inquebrantable de sus incondicionales. Se ha discutido sobre su latinidad, sobre su uso bárbaro del catalán, sobre la utilización de pieles en su vestuario, sobre la apropiación cultural, pero ha pasado bastante desapercibido el guiño que le hace al diseño gráfico. Al principio del concierto, en el videowall que tiene a sus espaldas se suceden múltiples logotipos a tal velocidad que no da tiempo a ver ninguno, eso podría dar a entender que la marca Rosalía no contempla en su hoja de estilo el establecimiento de una tipografía corporativa. Parece que simplemente le haya echado un vistazo al menú en el editor de textos como quien está eligiendo una fuente pero sin mostrar preferencia por ninguna. No deja de ser una propuesta original que muestre una ráfaga de logos en que se adivina que pone Rosalía por la persistencia en la memoria de los múltiples impactos que contienen su nombre. Es tope milenial, una solución que tiene sentido en el entorno multimedia que nace, crece y se desarrolla a base de visitar Youtube desde la exigua pantalla de un móvil. Todavía no he leído en ninguna parte la protesta de un solo diseñador gráfico quejándose de que eso no es diseño o de que Rosalía desprecia el valor icónico de la tipografía. Quizá sea un síntoma de madurez por nuestra parte, no responder a la provocación, no entrar en su juego, juzgarla por lo mucho de bueno que aporta y no por lo mucho de bueno que le falta.
En cambio, nos hemos visto arrastrados a considerar otras cuestiones, planteadas por los que tienen más tendencia a marcar territorio que nosotros. ¿Puede una catalana que no es de etnia gitana interpretar flamenco? Mayte Martín lo lleva haciendo desde hace años y no parece que vaya a acabarse el mundo por eso. Sí por otras cosas, lamentablemente, pero no por eso. Desde que se enteraron de su ascendencia malagueña Mayte Martín está bien valorada por los andaluces, que consideran que haber emigrado desde la tierra de María Santísima a Barcelona explica suficientemente que Mayte cante bien, aunque sus padres no hayan cantado nunca ni en la ducha. También los gitanos la respetaron, en vista de que su rajo, su humildad y su repertorio demuestran una gran consideración con ellos. Pero Rosalía “agachona” lo gitano, lo canta de tal manera que nadie diría que Me quedo contigo es un tema de Los Chunguitos; parece de la Escolanía de Montserrat, por el acompañamiento coral que le encargó a Bernat Vivancos, uno de sus profesores en la ESMUC. Vamos, que no duda e n recurrir al angelical coro del Orfeó Català para cantar el tema Bagdad, que es un local porno de Barcelona. ¡Por el amor de Dios! ¡Rosalía bájale! Bájale la dosis al canuto, mujer. Que estamos en un sinvivir permanente, no podemos conciliar el pensamiento en nuestras cosas ante la duda metafísica de tener que plantearnos de nuevo el sentido de la vida. Piensa en el currela de la tienda de discos que no sabe si poner El Mal Querer en el cajón del Trap o del Cante Jondo. Chiquilla, que has dividido la flamencología en dos hemistiquios: los musicólogos, que pueden analizar las innovaciones con los tecnicismos de la teoría musical; y los puristas, esos otros que nadie sabe qué preparación tienen para dictar sentencia pero dicen que no la reconocen como tal, sin que ninguno de ellos haya logrado precisar qué otra cosa es. Dicen que le falta rajo, le falta aje, le falta pellizco, le falta metal, le falta crujío, le faltan muchas cosas que el público ni siquiera sospechaba que pudieran existir. Para tratar de comprender el engorro que supone para el cante que haya puristas, vamos a intentar imaginar qué pasaría si el diseño gráfico fuera analizado siguiendo su mentalidad.
En primer lugar, los tratados tendrían nombres rimbombantes como Origen y evolución del diseño gráfico, que es el tema recurrente de los tratadistas jondos, todos escriben sobre el origen y la evolución del flamenco aunque luego los lees y resulta que ninguno es capaz de determinar cuándo empezó y por tanto, ignora cómo transcurrió su devenir a partir de entonces. También habría libros consagrados a dotar de contenido esa etapa hermética, como Rito y geografía del logotipo. Para los ortodoxos es importante determinar dónde se originó el flamenco para poder confinarlo a ese reducto. Si ese criterio rigiera los destinos del diseño, habría que remontarse a la invención del abecedario porque es imposible que hubiera logos anteriormente a la invención de las letras. Habida cuenta de que el primer vocabulario fonético es cannaneo, nuestro ámbito de actuación debería de ser el Líbano. Eso sería indudable porque si vamos allí veremos que existen logotipos, señal de que los libaneses han continuado haciéndolos ininterrumpidamente. Todo logotipo que no sea libanés no sería en realidad un logotipo sino un texto alogotipado, un sucedáneo que no merece tomarlo en consideración. Pero el libro estrella se llamaría Mundo y formas de la cartelería, parafraseando la célebre obra de Antonio Mairena, éste es la monda porque delimita el “mundo” con un carácter tan restringido que lo reduce al triángulo formado por las ciudades de Sevilla, Jerez y Cádiz, lo cual sería fenomenal si no fuera por la particularidad de que prácticamente quedan en línea recta y el triángulo es tan escaleno que apenas engloba ninguna población. Sobre esa base, se establecería qué carteles son puros y cuales no, llegando a la conclusión de que la mayoría de carteles no son verdaderos por mucho que lo parezcan. La cartelografía partiría de la base de que los carteles ya están todos diseñados y solo pueden ser considerados como tales los que sean idénticos a alguno de ellos. En ese libro se dedicarían a denunciar la ceremonia de la confusión que supone el hecho que haya profesionales que pretenden diseñar nuevos carteles, distintos a los existentes, con el turbio propósito de beneficiarse de la popularidad de la palabra cartel.
Si la diseñograficología fuera una ciencia, el vocabulario empleado para describirla no sería el correcto, perdiendo la capacidad de expresar conceptos con la misma precisión que si habláramos con propiedad. Para la ortodoxia, la ortografia es innecesaria, incluso está mal vista, no hay una correspondencia directa entre ambos ortos. La premisa fundamental de la ortodoxia es que el cante se escribe con faltas de ortografía y para predicar con el ejemplo, transcriben literalmente las palabras tal como se pronuncian mal. De ese modo la Seguidilla pasó a escribirse Seguiriya, lo cual no estaría del todo mal si no fuera porque eso es un pozo sin fondo; Seguidilla se pronunciará seguiriya pero si lo escribes Seguiriya ya no se pronuncia igual, se pronuncia siguiriya, de modo que algunos lo escriben tal cual y así sucesivamente. Hoy en día, algunos andan llamándola Zihiriya, en un proceso tan largo que va para medio siglo, ha llegado a un punto en que los flamencólogos ortodoxos no alcanzan a recordar de dónde demonios procede la zihiriya, y los más inspirados la suelen atribuir a la localidad ceylandesa de Sigiriya. Por consiguiente, los diseñadores gráficos deberíamos conducirnos de igual modo, escribiendo Ilustreitor, Frijan y Fotochop. Un ejemplo de diálogo ortodoxo sería: “Me han encargado el pacagin de Sueps a partir de unas templeits de Ilustreita para danloud la pata” –‘¿Pata?’ –‘Sí, la pattern’–, –‘Ah, el paton’– Comprendo, el general Patton, ví la película”.
La flamencología no clasifica el repertorio flamenco en función de los géneros musicales a que pertenece cada cante sino que lo clasifica por palos, como los palos de la baraja, pudiendo formar un grupo heterogéneo que consta de géneros, canciones, temáticas, ritmos, topónimos, gentilicios y modas de diferentes épocas. El conjunto de palos no se organiza por conceptos sino por orden alfabético, con la particularidad de que algunos de ellos han perdido parte de su nombre. Las seguidillas cabales no van junto a las seguidillas livianas sino que las Cabales van en la C y las Livianas en la L. De modo que el vademecum del diseño, elaborado con criterios flamencológicos, quedaría tal que así:
Los palos del diseño son los siguientes: amarillo, brandin, color cyan, cubiertas, ilustreita, imagen corporativa, quern, letraset, logotipos, magenta, maquetación, negro, original de imprenta, pacagin, Patton, lápiz, portadas, fotochop, rotrin y tipografia. Los palos del diseño son un tesoro que hay que preservar y trasladarlo al sistema educativo tal cual nos ha llegado porque nunca se sabe qué modificación puede ser la que cause su irreversible desaparición y no es eso lo que queremos ¿verdad?
Viendo los fundamentos teóricos de los ortodoxos que le negaron a Rosalía el pan y la sal en el mundillo del flamenco, ya nos extraña menos que su éxito haya tan sido meteórico. Rosalía era miel, ese manjar que no se hizo para la boca del asno. Pretender criticarla entraña un verdadero peligro, decir que no es flamenca, que no es latina, que no habla bien en catalán, que no canta como los ángeles, que es un invento perecedero o que no es irresistiblemente atractiva, se ha convertido en un nuevo terraplanismo. Más de uno se ha quedado con el culo al aire por su culpa, J.Balvin le dedicó un tuit que decía “Rosalía báááááájale»” y aparecieron como moscas los típicos listillos que decían que eso estaba mal escrito, que en la lengua castellana las palabras sólo podían llevar un acento. Qué poca faena tienen algunos. Después de servir de cachondeo para una legión de catedráticos de ortografía castellana intuitiva, nivel galáctico, un verdadero académico de la RAE, o sea nivel Dios, dio su dictamen. Resulta que cuando se quiere enfatizar una palabra por la reiteración de una de sus letras, si ésta va acentuada, hay que acentuarlas todas, a no ser que uno quiera entrar en el libro Guinness de los Récords por cometer decenas de faltas de ortografía en una sola palabra. ¿Qué tendrá Rosalía que la fortuna siempre le sonríe a ella y le hace una mueca burlona a sus detractores? No vamos a criticarla pero sí que le haremos una recomendación. Rosalía, reina, cómprate un logotipo, que los hacemos muy bien y siempre va bien personalizar, para que se pueda distinguir entre los videos oficiales y los videos caseros, donde se escuchan más los coros voluntariosos de tus fans que la propia interpretación de nuestra estrella predilecta. Publicado en Visual 200


Texto: Tomás Sainz Rofes

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