MAGAZINE DE DISEÑO, CREATIVIDAD GRÁFICA Y COMUNICACIÓN

Alina Bohoru. Soñando con mandarinas


Existe una generación de artistas que vivieron los últimos compases del mundo analógico y se adentraron en la creación artística con las primeras herramientas digitales de uso doméstico. Unos jóvenes rebeldes y autodidactas que no prestaron atención al circuito de galerías y optaron por distribuir sus obras a través de plataformas on-line, sin ser conscientes del alcance que tenían esas alternativas tan novedosas. Entonces no se trataba de un movimiento vanguardista ni de una reacción en contra de las normas establecidas, sino que era el camino más fácil para dar a conocer sus trabajos, derribar fronteras absurdas y acceder a un público internacional. Pocos imaginaban que las marcas más famosas y las agencias de publicidad dirigirían sus miradas a ese colectivo emergente para dar forma a la revolución visual del siglo XXI. Un viaje frenético y fascinante que, en pocos años, ha pasado del underground absoluto a invadir todos los escaparates de moda en las grandes ciudades. Alina Bohoru es una ilustradora nacida en Rumania que encaja perfectamente en esta escena y ha logrado compaginar sus creaciones más personales con encargos para publicaciones muy destacadas. El secreto de su éxito se basa en una representación irónica y sarcástica de la anatomía humana, inspirada a partes iguales por el Lowbrow Arty los cómics alternativos norteamericanos. Una historia que empezó en la adolescencia, que se reafirmó en la universidad y que todavía está experimentando para alcanzar un futuro brillante.

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Te propongo empezar esta historia por el principio: ¿Qué recuerdos tienes de tu adolescencia en Bucarest (Rumania) en la década de los 90 y cuándo surgió tu pasión por la ilustración?
Me entusiasmé por el dibujo siendo una niña. Recuerdo que apareció de manera instintiva y no tanto como una decisión consciente para tener un hobby o una afición. De repente, los garabatos se convirtieron en dibujos, los dibujos pasaron a ser pinturas y así fue evolucionando mi trabajo hasta la actualidad. Cuando era más joven, mis padres me apuntaban a cursos de pintura y de ilustración. Gracias a esas clases, me di cuenta de que el arte era algo que me fascinaba y decidí matricularme en un instituto especializado en bellas artes. Durante la adolescencia empecé a interesarme cada vez más por los fundamentos de la ilustración, del diseño gráfico y de otros medios de expresión, ya fueran digitales o tradicionales. Sentía mucha curiosidad por todos esos conceptos y quería experimentarlos por mi cuenta. Además, cotilleaba mucho en Internet sobre qué sucedía en la escena del arte internacional.
Supongo que fue bastante complicado hacerte un lugar en la escena creativa de tu ciudad después de licenciarte en una carrera tan alejada del arte como es Idiomas Modernos.
La línea que separa el “antes” y el “después” de mi llegada al mundo artístico no dependió en ningún caso de la carrera que elegí. En mi etapa en el instituto ya descubrí el enorme poder que tenían los portfolios online y las redes sociales a la hora de dar a conocer mis obras, así que ya estaba trabajando a tiempo parcial como freelance y moviendo mis proyectos personales cuando me matriculé en la universidad. Como puedes imaginar, empezar a trabajar como ilustradora fue un gran contraste si lo comparo con todas las horas que entonces pasaba encerrada en las aulas estudiando alemán. Las clases me parecían interminables y horribles, sin embargo, tener nociones de lenguaje, de comunicación y conocer otras culturas siempre formará parte de mis prioridades.
Tus obras son una mezcla sugerente de escenas cotidianas y elementos fantásticos. ¿Crees que la ilustración y el surrealismo pueden ser una buena herramienta para reflejar la realidad?
Supongo que la ilustración y otros medios de expresión artística pueden ser útiles para representar una realidad social, ya sea de manera directa, indirecta, surrealista, verídica, explícita o abstracta. Me gusta la diversidad en todos los formatos creativos porque te permite apreciar las distintas maneras que el arte tiene de materializarse frente a las personas. Me encantan las ilustraciones que logran transmitir algo concreto al espectador, por ejemplo, ideas controvertidas, emociones potentes e incluso bromas ingeniosas. Yo siento la necesidad de explorar todas estas vertientes y, muchas veces, intento dejar de hacer dibujos por inercia y reflexionar más sobre qué quiero comunicar. A pesar de que esto acostumbra a surgir de manera inconsciente.
Por curiosidad, ¿cómo es un día normal de trabajo en tu estudio y cuál sería la banda sonora ideal para inspirar una ilustración de gran formato?
Las horas que dedico a la ilustración están repartidas entre el escritorio de mi trabajo a tiempo completo en un estudio y mi rincón creativo en casa. El estudio está más centrado en temas digitales y el espacio privado es donde hago todo lo demás. Para que te hagas una idea de cómo soy cuando me pongo a dibujar, sólo te diré que me encanta descubrir música nueva y, por este motivo, no puedo recomendarte un grupo o un artista en concreto. Sin embargo, últimamente he estado escuchando de manera compulsiva a un músico francés que se llama Jaques Auberger y sus improvisaciones colgadas en Youtube y SoundCloud me han inspirado de manera sorprendente.
¿Podrías explicarnos cuál es tu proceso creativo y qué técnicas utilizas habitualmente para hacer tus obras? Puede que todavía hagas bocetos a lápiz en una libreta buscando la inspiración.
Durante años he utilizado libretas, cuadernos, papeles de imprenta y toda clase de materiales de apoyo para plasmar mis ideas y sketches. Al principio de mi carrera estuve muy centrada en las técnicas mixtas, como escanear ilustraciones hechas en tinta y después terminarlas en Photoshop. Aunque hoy hago la mayor parte de los trabajos directamente en formato digital. Supongo que todo depende del tipo de proyecto en el que esté embarcada. Además, me gusta mucho probar técnicas nuevas y jugar con distintos tipos de lienzos. Esta motivación para experimentar me ha llevado a vender pósteres, pegatinas, bolsas, camisetas y pins adornados con mis creaciones. El siguiente reto será aprender técnicas de animación porque es un territorio que desconozco por completo.
Teniendo en cuenta el avance imparable de la globalización en todo el mundo, ¿crees que el arte todavía puede influir en la sociedad o en la política como sucedía en la década de los 60?
El arte y la cultura siempre contribuirán a dar forma y a definir las sociedades. Ten en cuenta que, hoy en día, el acceso a la información y a las creaciones artísticas es más libre y sencillo que nunca. Yo misma encuentro la inspiración en toda clase de contextos, desde pensamientos subconscientes, hasta sentimientos, pasando por miedos personales, alegrías y cosas que me atraen visualmente. También juegan un papel muy destacado la música, Internet y los momentos fortuitos que vives con la gente cercana.
Formas parte de la generación que nació en un entorno analógico y presenció la explosión digital. ¿Podríamos afirmar que tu arte se encuentra en medio de esos dos conceptos antagónicos?
¡Por supuesto! Empecé a utilizar el Photoshop siendo una adolescente completamente autodidacta en el ecosistema digital y, poco tiempo después conseguí mi primera tableta gráfica. Este aprendizaje evolucionó mientras compartía mis ilustraciones en diversas plataformas online especializadas en arte. Hoy todo resulta más accesible para las generaciones de jóvenes que quieren adentrarse en la creación digital.
En los últimos años también te has dedicado a hacer grandes murales. ¿Cómo describirías estas experiencias creativas en un ambiente completamente urbano?
No me considero una artista urbana comprometida con ninguna corriente, pero de vez en cuando me gusta hacer este tipo de proyectos para alejarme de la rutina y experimentar con nuevos formatos. Me encanta plasmar mis creaciones en muros y quiero ver hasta dónde puedo llegar. He hecho diversas intervenciones con las que disfruté mucho y recuerdo especialmente una en la ciudad italiana de Lecce hace un par de años. Fue una aventura muy divertida y tuve la oportunidad de colaborar con gente con mucho talento. Supongo que acabas apreciando más el proceso que el resultado final porque resulta más interactivo y desafiante que estar sentada durante horas frente al ordenador. También debes afrontar momentos complicados durante la creación de los murales, como el mal tiempo y el agotamiento físico. Aunque el resultado compensa todo el esfuerzo invertido.
Como ilustradora profesional, acostumbras a aceptar trabajos comerciales para diversas publicaciones y marcas. ¿Existe alguna diferencia entre tus obras personales y los encargos?
Absolutamente. Y no sólo existen diferencias entre los proyectos personales y los comerciales, sino que también hay variaciones de una ilustración a la siguiente en un mismo día, dependiendo del tema que deba representar. Mis trabajos como freelance no siguen una fórmula preestablecida porque acepto toda clase de encargos y propuestas, desde creaciones para editoriales, hasta diseños para marcas, pasando por intervenciones de arte urbano y campañas publicitarias. Como en mi trabajo diario estoy especializada en ilustraciones comerciales, intento que mis creaciones personales sean más libres, muy relajadas y que me permitan experimentar con enfoques bastante alternativos.
Para terminar la entrevista, una pregunta de ciencia ficción: si tuvieras una máquina del tiempo ¿a qué época te gustaría viajar y a qué personaje histórico te gustaría conocer?
Si te soy sincera, me he planteado esta cuestión en numerosas ocasiones a lo largo de los años, pero todavía no he encontrado una respuesta satisfactoria.
Puede que el escritor Aldous Huxley fuera mi primera elección porque siempre ha sido una de mis grandes obsesiones del mundo literario. Publicado en Visual 187

Texto: David Moreu / Imágenes cedidas por Alina Bohoru / Web de la artista: www.behance.net/alinabo

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