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No es cultura


Sin que nos toque a nosotros hacer política, la aparición de un partido de extrema derecha en las instituciones merece una reflexión. Máxime si se confirma que Andalucía es la primera andanada, pero a lo largo de este año vendrán más. Para ello nos hemos acercado a su programa electoral, el de los cien puntos. Veamos qué nos cuentan sobre la Cultura.
Las propuestas en lo tocante a Educación y Cultura ocupan desde el punto sesenta al sesentaynueve. La primera consideración, es que ninguno de estos puntos trata estrictamente de la Cultura, a excepción del 66. Dejémoslo entonces para el final.
Exigir el debido reconocimiento de la lengua española a nivel internacional, conforme a su importancia como segunda lengua más hablada del mundo. Empezando por la UE. Desde el punto de vista de la formulación, el primer error es manifestar la exigencia sin mencionar a quien se le exige. Un brindis al sol. Porque en realidad lo que les mueve es lo que no mencionan: el menosprecio del resto de las lenguas cooficiales. Eso está un par de puntos más abajo: Garantizar el derecho a ser educado en español en todo el territorio nacional. El español debe ser lengua vehicular obligatoria y las lenguas cooficiales como opcionales. Los padres deben tener derecho a elegir la lengua de escolarización de sus hijos. Tiene gracia. los padres tienen derecho a elegir, pero previamente ya decidimos nosotros qué lengua es vehicular y cuál opcional.
Implantar el sistema de cheque escolar. Devolver a los padres una auténtica libertad para elegir la educación de sus hijos, empezando por la elección del colegio. El llamado cheque escolar es una de las viejas reivindicaciones de la derecha, y no solo representa la institucionalización de las desigualdades, es mucho peor: pretender un sistema en el que no solo los que más tienen disfruten de mejores oportunidades, es que además se pretende que esa desigualdad la paguemos entre todos. Es tan absurdo como si alguien pretendiera que, como yo no estoy en la cárcel y no genero ese gasto, el Estado me tuviera que pagar por ello.
Instaurar el PIN Parental y Autorización Expresa con objeto que se necesite consentimiento expreso de los padres para cualquier actividad con contenidos de valores éticos, sociales, cívicos morales o sexuales. Que es tanto como reclamar la opción a educarse sin valores. O lo que es lo mismo, una aséptica educación pública que deje libre para el adoctrinamiento a la privada.
Implantar exámenes de control a nivel nacional (incluyendo uno de nivel de conocimiento de la lengua española) al finalizar la educación primaria, la secundaria obligatoria y el bachillerato. Homogeneizar las oposiciones para una igualdad efectiva de oportunidades. Se trata en realidad de homogeneizar la desigualdad para perpetuarla. Nada hay más injusto que tratar a todos por igual.
Implantar un generoso y exigente sistema de becas para las familias con menos recursos. Parecería que no se puede estar en desacuerdo con eso… y sin embargo, encierra en el lenguaje una maldad enorme: “Generoso”. Tendría gracia si no fuera tan cruel. La educación es un derecho, no depende de la generosidad. Y “exigente”. O lo que es lo mismo, se pretende un sistema de becas que en lugar de igualar las oportunidades ahonde en la desigualdad.
Impulsar una ley de protección de la tauromaquia, como parte del patrimonio cultural español. De la mano de lo cultural, lo que se pretende es blindar la tauromaquia frente a los argumentos en contra.
Se protegerá la caza, como actividad necesaria y tradicional del mundo rural. Promoción de una licencia única a nivel nacional eliminando el sistema de licencias autonómicas e inter autonómicas (sic). No vamos a hacer valoraciones, este editorial era para hablar de Cultura.
Combatir las desigualdades de oportunidades que separan a los ciudadanos del medio rural y del urbano. Desigualdad digital (acceso de calidad a internet), de infraestructuras (transporte, energía y agua), educativa, cultural y asistencial sanitaria. Incentivos para los profesionales del mundo rural y potenciar cursos de formación. No se puede estar en desacuerdo. Pero quizá el problema está en que esos servicios e infraestructuras no se realizan porque desde que se privatizaron, el criterio de rentabilidad es el que prima. Ni siquiera se ha sido capaz de regular que, en el caso del acceso a internet, las operadoras tengan que cobrar en función del servicio, por lo que allá donde no llega la alta velocidad se cobra como si llegara.
Hasta aquí los ocho puntos, que como puede verse evitan en todo momento cualquier referencia a políticas culturales. Pero decíamos que sí, que hay un apartado de los nueve que sí trata sobre Cultura:
Impulsar una ley de mecenazgo, para que particulares y empresas puedan participar en la creación cultural, aumentando la deducción fiscal de las aportaciones así como en la restauración y protección del extenso patrimonio cultural nacional. Acabáramos. Lo único que les importa de la cultura es cómo los ricos pueden utilizarla para pagar menos impuestos. Pero sigue:
A nivel cultural fomento del arraigo a la tierra, manifestaciones folclóricas y tradiciones de España y de sus pueblos dentro de la óptica de la Hispanidad. Ni una alusión a las bibliotecas, a las artes, a los museos, a la industria cultural… La cultura como folclore, tradición e hispanidad. Es lo que hay. Publicado en visual 196

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